En un país marcado por la violencia y la desesperación, la novela de Mauro Javier Cárdenas se presenta como una herramienta esencial para la reflexión y el debate sobre nuestra realidad.
Vivir en Ecuador es sentir rabia en medio de una crisis histórica que nos carcome el cuerpo como un gusano. Es sentir desesperación mientras vemos que la muerte nos persigue en los territorios olvidados.
En 2023, Ecuador se convirtió en el país más violento de la región con una tasa de muertes violentas de 40 por cada 100,000 habitantes. Además, es la segunda nacionalidad que más cruza la selva del Darién. Cada día nuestra mirada es invadida por noticias que caen como sacos de cemento. Nos golpean. Sin embargo, ya no necesitamos verlas para saber que todo se incendia. Ahora, no se sabe si son balas o escapes de motos lo que se escucha en el barrio.
Estamos en un país que expulsa, y los que juraron salvarnos nos apuñalan. ¿Qué nos queda? Tal vez la contradicción entre irnos y quedarnos; entre el llanto y la alegría o la desolación y la esperanza. Nos queda la escritura como un grito que reclama y rechaza la necropolítica. También, está el coraje movilizador que nos hace decir que necesitamos organizarnos para cambiar nuestros destinos.
Salvador Allende decía que ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica. ¿Cómo hacemos la revolución? ¿Me lanzaré a la presidencia? Esta premisa se desarrolla en “Los revolucionarios lo intentan de nuevo” (2018, Random House) del escritor guayaquileño Mauro Javier Cárdenas. Esta obra, que se destaca por su aguda crítica y narrativa incisiva, es recomendada por Miguel Aillon, coordinador de la maestría de escritura creativa de la Universidad de las Artes, por su capacidad para sumergir al lector en las contradicciones y embrollos de la política reciente en Ecuador y América Latina.
Aillon destaca que Cárdenas logra capturar la esencia de la lucha entre idealismo y realidad a través de personajes que navegan en el vaivén de la esperanza y el desencanto de toda una generación. Con una mezcla de humor y crítica, la novela ofrece una lectura provocativa que invita a reflexionar sobre nuestra realidad. La obra aborda temas políticos como la corrupción, el populismo y la búsqueda, a menudo infructuosa, de justicia social en Ecuador. A través de sus personajes e historias, se exploran las frustraciones y desafíos de quienes intentan transformar el sistema desde dentro, enfrentando las limitaciones de las revoluciones personales frente a estructuras de poder históricamente arraigadas, agrega.
La crisis ecuatoriana tiene varios leitmotivs en la narrativa social y política que se construye en una coralidad de voces que habitan el ecosistema tensionado. Por ejemplo, hay gente que pide a gritos que regrese Correa y otra que con voz tajante manifiesta un Pinochet. Los revolucionarios lo intentan de nuevo se permite tocar fibras al criticar con humor a los líderes mesiánicos y caudillistas que no son la respuesta.
Vamos, tomémonos la política, pero antes detengámonos a leer a Cárdenas, pues enriquece el debate público y proporciona herramientas para entender las dinámicas políticas y sociales que afectan a Ecuador. La crisis ecuatoriana no solo es un tema de relevancia inmediata, sino también un campo fértil para la exploración cultural y literaria. Obras como “Los revolucionarios lo intentan de nuevo” son esenciales para entender las complejidades de nuestra sociedad y la lucha constante por la justicia y la equidad.
Descripción del libro
Después de casi diez años como expatriado en San Francisco, donde andaba hecho el artista, Antonio cree que puede regresar a su Guayaquil natal y salvar al Ecuador de la pobreza y la injusticia. Leopoldo le ha llamado para que se lancen juntos a la presidencia en las próximas elecciones. Ambos amigos de infancia, que compartieron fervores mesiánicos en el colegio San Javier, tienen la oportunidad de recuperar su idealismo frustrado y convertirse en el futuro de su pueblo, a pesar de ser ellos mismos hijos de funcionarios públicos que en su día contribuyeron al saqueo del país. Mientras tanto, al otro lado de Guayaquil, Rolando y Eva intentan cambiar al Ecuador a través de obras de teatro y programas de radio, aunque los tórtolos saben que sus intentos son fútiles y ridículos, como lo es casi todo en el mundo. La historia política y social del Ecuador de las últimas décadas -la corrupción, el populismo, los desaparecidos, la hipocresía de los que se creen su élite- sirve de marco a una novela que plantea el carácter absurdo pero necesario de las creencias revolucionarias de juventud que los años erosionan.