¿Piratería editorial o libre circulación de contenido?

Se trata de decidir si comprar un libro original o uno pirata. Esta es una duda que en un mercado como el ecuatoriano se vuelve importante, más aún cuando el libro pirata tiene un gran alcance.

por Eduardo Varas C.

En el fondo se supone que entre el libro legal y el pirata existe el mismo contenido. Pero hay diferencias. El libro que viene con el logo de una editorial conocida tiene sus características claras: un papel más caro, una diagramación que se ve mejor gracias  a una buena impresión, una portada con colores definidos, etc. Pero están esos otros libros, los que tienen una portada que busca verse bien, hecha de manera artesanal —y a veces calcadas de las originales—, con un tipo de papel distinto, con un sentido diferente de calidad.

Esos otros libros son importantes porque buscan otro tipo de experiencia.  Una que se basa en acercar el conocimiento de maneras más sencillas a las personas. Incluso, a veces, no solo vendiendo esos libros a menos costo —un tercio o menos del que se encuentra en librerías—, sino intercambiándolo o regalándolo.

Libros al alcance de todos.

A veces en las mesas que suelen vender saldos de librerías en algunos parques o calles de Quito. Hasta en ferias del libro que se hacen en el país. Pasó en la de Cuenca y en la reciente Feria Internacional del Libro de Quito su presencia no pasó desapercibida.

La Cámara Ecuatoriana del Libro llegó a reclamar hasta por escrito la presencia de libros piratas a la venta entre los stands de la edición 2024 de esta Feria. Esto significó que la organización clausurara un stand; pero, en realidad, los libros piratas se siguieron vendiendo hasta el final de esta feria.

La piratería es un hecho, está ahí. Es poco probable que se vaya y esto exige una discusión entre todas las personas que forman parte del sector del libro. Esta nota es un intento por abrir el debate, con dos perspectivas enfrentadas, alrededor de la legalidad o no del libro. ¿Qué es lo que más importa, cumplir la norma o que las ideas se compartan con mayor facilidad?

Fabián Luzuriaga: “No existe el marco jurídico adecuado para combatir la piratería”

Para el actual presidente de la Cámara Ecuatoriana del Libro la piratería es un hecho en el país. En esta entrevista él deja en claro que ante la ausencia de un marco regulatorio claro, no hay mucho que se pueda hacer.

La piratería editorial ya tiene mucho tiempo en el país, ¿no?

Digamos que la piratería es un fenómeno que viene pasando en Ecuador, de lo que recuerdo, ya hace más de 15 años. Pero es particular.

¿Particular cómo?

Es una especie de piratería formal, en el sentido de que si quieres comprar películas a los piratas, ellos están en la capacidad hasta de emitir facturas.  Si vas caminando por veredas y en algunos centros comerciales, vas a encontrar que se venden libros piratas sin problema.

Estamos acostumbrados a eso…

Más que costumbre, es un hecho en Ecuador.

¿Y qué han podido hacer como sector, editores y distribuidores?

No mucho, porque el problema es que no hay un marco jurídico adecuado que nos permita acceder a herramientas para combatir la piratería. Mira, estamos bajo el Código Ingenios, que en vez de desalentar la piratería, la alimenta.

(El Código Orgánico de Economía Social del Conocimiento e Innovación, conocido como Código Ingenios, fue aprobado en 2016 y supone una transformación a lo que se considera como conocimiento, volviéndolo bien de interés público).

¿En qué sentido alimenta la piratería el Código Ingenios?

Si lees con detenimiento el Código Ingenios, hay una parte en la que dice que si un libro o su contenido es reproducido sin fines comerciales, esto no se puede considerar como piratería o plagio del material. Aquí hasta se fotocopia el 30% de un libro y no pasa nada. Son cosas que no pasan en ningún país. Si no tienes la autorización del autor o de la editorial, esto no debe pasar. Estas cosas hacen mucho daño al mercado y es una de las razones por las que en este país no haya editoriales grandes.

(Luzuriaga está haciendo referencia de manera indirecta al artículo 212 del Código Ingenios, que habla de las excepciones en la protección de obras protegidas).

 ¿Las editoriales transnacionales?

Sí. Cómo es posible que en Colombia, Perú, Argentina y Chile encontremos a las editoriales grandes, pero en Ecuador no. La piratería es una de las razones para eso.

Si tuviera que definir de manera precisa cuál es el problema de la piratería editorial, ¿cómo lo haría?

Es básicamente un asalto a la propiedad intelectual, al autor. Porque tomas la obra de un autor reconocido y la publicas independientemente del acuerdo que él llegó con una editorial y así todo su trabajo como escritor deja de servir y no recibe un dinero acorde. Producir un libro es un proceso en el que no solo hay un escritor, hay toda una cadena de valor en la que están inmersas diagramadores, ilustradores, diseñadores, la imprenta, la industria del papel, la librería. Todas estas partes reciben un porcentaje de la venta, de la comercialización. Con la piratería ya no la reciben.

¿Tiene la Cámara Ecuatoriana del Libro alguna estadística sobre la venta de libros piratas en el país?

Justamente estamos en el proceso de levantar toda esa data. Espero que para diciembre ya tengamos la información del estado del acceso al libro en Ecuador. Pero mira, cuando viajas a provincias al norte del país, por ejemplo, y vas a las librerías en algunas ciudades, venden libros piratas. Y no hay nadie que lo controle. Estamos en una situación en la que, cuando tenemos la oportunidad de exigir, lo hacemos. Eso fue lo que pasó en la Feria del Libro.

¿Y qué pasó en la Feria del Libro?

Nos dimos cuenta que se estaban vendiendo libros piratas en la Feria Internacional del Libro de Quito. Primero nos comunicamos de manera verbal con los organizadores. Les dijimos: “Miren, están vendiendo libros piratas. Hagan algo”.  Dijeron que iban a tomar las decisiones del caso, pero dos días después, esos libros se seguían vendiendo en la feria. Eso nos llevó a enviar una carta de manera formal. Desde nuestro punto de vista, en este contexto, vender libros piratas es un tema de competencia desleal.

Esa ya es una acción contra la piratería, pero ¿pueden hacer más?

También estamos tratando de impulsar una nueva Ley del Libro, porque la que tenemos es de 1987, y esa ley es tan vieja que menciona entidades del gobierno que ya no existen o que están fusionadas.  Queremos una nueva ley que nos ayude en el tema de protección a la propiedad intelectual y a enderezar muchas otras cosas que no tienen sentido.

Una nueva Ley del Libro requeriría de decisión política en el Ejecutivo y en la Asamblea, ¿no?

Sí. Llegar a una nueva Ley es un tema de decisión política. Pero al mismo tiempo es un tema de sensibilidad. Pero creo que muchas de las personas que están en cargos importantes no conocen nada sobre la industria del libro.

Sin embargo, si se trata de pagar un libro por la mitad o un tercio de lo que cuesta el original, la gente preferirá pagar menos…

Bueno, pero es que en piratería se deja de lado toda la cadena de valor del libro. Además hablamos de que estas son industrias clandestinas. La calidad de esos libros no es buena. No utilizan los mismos insumos; no pagan ningún tipo de impuestos como un negocio formal y el autor no cobra lo que debería cobrar por cada libro vendido; algo que dependerá de la legislación de cada país. Pero si, por ejemplo, compras un libro por 15 dólares, el autor recibiría el 10% de esa venta, como 1,5 dólares. Con el libro pirata esto no pasa. El libro formal nunca podrá competir con el precio de uno pirata, porque todos los insumos que se usan para que un libro original llegue a la librería, inciden en su precio.

Y hay que considerar otras cosas, como por ejemplo el costo de los fletes que llevan los libros a otras ciudades. Estamos siempre sujetos a otras condiciones externas, no podemos controlar el precio de varios de los insumos que utilizamos, como el papel.

Ignis Cantor: “Más que hacerle frente al mercado del libro, buscamos crear fisuras”

Comuna Editorial Autónoma es el proyecto que dirige Ignis Cantor desde hace 3 años. En este tiempo más de 200 títulos forman parte de su catálogo, que tiene una característica: no tienen los derechos de publicación. Lo que funciona es la acción directa para que el conocimiento se distribuya, entendiéndolo como una construcción constante y colectiva.

Es decir, puedes adquirir cualquiera de los 200 títulos que tiene —a veces hacer trueque con algo, o simplemente recibir uno como regalo— o hacer pedidos para que conviertan tu pdf en un libro impreso. El sentido de la “autonomía” responde a una concepción política de que el libro como objeto es importante.

 ¿Por qué creaste un proyecto de editorial autónoma como Comuna?

La idea nació desde lo vivencial. Yo militaba en algunas organizaciones que luchaban desde varias aristas: la liberación animal, los derechos de la naturaleza, la liberación de las mujeres, el proletariado y todas estas luchas. En este camino de militancia, un pilar era la construcción de pensamiento político a través de la teoría, pero muchos de estos libros son muy costosos. Así que a través de la acción directa, entendiéndose como alcanzar lo que no necesitas con tus propias manos, pensé en la idea de hacerme mis propios libros.

¿Cómo este punto de arranque mutó en el proyecto Comuna?

De hacer estos libros surgió la idea de armar un proyecto editorial político, que por medio de la acción directa permitiera acceder a este tipo de literatura, entendiendo que el conocimiento es una construcción constante y colectiva, con la finalidad de que todas las personas podamos tener el libro en físico, porque también buscamos reivindicar el libro como puente como algo tangible, como lo que podemos compartir.

Todo empezó a cambiar cuando me decidí a explorar otros temas que me interpelaban y que me hacían salir de mi zona de confort ideológica. De llamarse “Libremente” pasó a llamarse “Comuna” porque así podía construir un tejido, una comunidad, que ha generado una dinámica interesante, con gente que me permite fotocopiar libros de todas partes del mundo para crear los propios.

¿Qué es lo que estás buscando conseguir con esta propuesta editorial? ¿Hacerle frente al mercado del libro?

Más que hacerle frente al mercado del libro, algo que suena muy utópico, buscamos crear fisuras, crear otras formas de acceder a libros, como a través del intercambio o aprovechando espacios como eventos o ferias para mostrar lo que hacemos y ser un  puente entre la persona y el libro. Para que las personas que quieran tener un libro, porque lo ven como una herramienta de conocimiento, lo puedan conseguir.

Ese “crear fisuras” es ver a la experiencia editorial de otra manera, ¿no?

Esta es otra forma de hacer editorial, más allá de la compra y venta. Incluso estamos abiertos a obsequiar el libro si es que la persona, en serio, no tiene cómo adquirirlo y siente que es súper necesario para ese momento que está atravesando, que ese libro le puede servir como herramienta. La idea es seguir dándole rotación, que se liberen y vean estos pdf convertidos en libros, los que muchas veces no se consiguen aquí en el país.

 ¿Cómo te llevas con la expresión “libros piratas”?

Desde la editorial no pretendemos presentar el libro como si fuera original. De hecho reivindicamos la piratería como una postura política.

¿Y eso qué significa en la práctica?

Que nos presentamos de esa forma. Por ejemplo, cuando en las ferias conversamos con la gente, le decimos que los libros no son originales. Que ese es un libro pirata, hecho artesanalmente, a mano, excepto por la intervención de la impresora. Desde la editorial pretendo presentarlo de forma política porque es una herramienta política.

Pero hay resistencias a esta perspectiva, ¿cómo convives con eso?

Por supuesto que hay resistencias, porque existen otros intereses creados por otras formas de ver el libro. especialmente como una mercancía. Pero debemos entender que hay otras maneras de percibir el libro, tantas como hay libros en el mundo. Ni siquiera tenemos problemas en recomendar libros de otras editoriales o el original, porque la idea es que las personas consigan esa herramienta, ese libro que están necesitando en ese momento. Nosotros nos presentamos como una alternativa a.

Hasta por un tema de precio…

Para las y los universitarios esto se presenta como una alternativa real y hay muchas personas que han podido acceder al libro porque estos precios son económicos. La pregunta es ¿si queremos que las personas accedan al libro, por qué invalidar las alternativas que lo hacen un poco más asequible? Está bien que haya personas que perciban al libro de forma distinta; pero está también muy bacán que existan alternativas para las personas que no tienen dinero para acceder a ellos.

¿Qué opinas de lo que pasó en la Feria Internacional del Libro de Quito, donde cerraron un stand por vender libros piratas?

Fue una acción un poco violenta. Ellos sabían que había libros piratas a la venta. No pueden decir que no sabían, porque para participar en la Feria del Libro tuvimos que llenar un formulario donde se nos dio la libertad de especificar eso. Entonces, que existan presiones durante la Feria hasta el punto de tener que cerrar un espacio de esa forma, me parece que son dinámicas que empobrecen. Es más que sabido que hay incomodidades por lo de la piratería, pero creo que la forma para discutirla no es cerrar espacios de un día a otro, sino más bien conversar para que exista un debate.  Para entender su parte y que ellos entiendan nuestra parte también, para que sepan qué es lo que nos motiva a mover el libro de esa forma.

Desde las editoriales autónomas procuramos entender las dinámicas que manejan las otras editoriales y que exista una buena comunicación. Si hay molestia por la forma en que movemos los libros, lo menos adecuado es ejercer este tipo de acciones que terminan siendo censura.

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