Autoridades de los núcleos provinciales de la CCE celebran su primer año en funciones

Un año es un tiempo corto para poder valorar las gestiones en los núcleos provinciales.  Lo que nos ofrece este primer acercamiento es una pauta para ver el rumbo que seguirán sus planes de trabajo en territorio.

Por Ana María Crespo*/ @laana_mary

El pasado 30 de agosto los directores y directoras cumplieron un año en asumir los mandos de las veinticuatro Casas de la Cultura del Ecuador. Se celebra también un año de que el sociólogo ambateño, Fernando Cerón fuera designado presidente de la Sede Nacional.

El triunfo de Cerón significó una ola de esperanza por la posibilidad de relevar a Camilo Restrepo quien dirigió el rumbo de la CCE durante 4 años (2017-2021). Este fue el segundo periodo de Restrepo, quien también fue director de 1992 a 1996.

La gestión de Restrepo estuvo teñida por críticas del sector cultural, ante la lentitud e ineficacia de los servicios culturales, la poca transparencia en la distribución de fondos, entre otros problemas estructurales de larga data.

A un año de haber asumido como presidente se evalúa la eficiencia del plan propuesto por Cerón para renovar y transformar la Casa. Así mismo, el Observatorio conversó con Emilia Alvarado, de la CCE Núcleo Tungurahua y Nicolás Paucar, de la CCE de Orellana para conocer cuáles han sido las principales acciones de cara a este primer año de trabajo.

La burocracia, un mal necesario

“La Casa requiere de una transformación, pero una administración no se puede desmontar en un año, y más aún cuando no hay recursos para hacerlo. Sin embargo, hemos realizado un trabajo que en muchos casos no es visible, en especial en los entramados burocráticos”, dice Cerón en una entrevista con el periodista Pablo Salgado. En otras palabras, el presidente de la Sede reconoce que este será un proceso que tomará tiempo y que sobre la marcha se deberán hacer ajustes al plan inicial.

Parte de la propuesta de Cerón fue descentralizar la administración de la institución y al parecer tomará tiempo en que se concrete. Desde Orellana, Nicolás Paucar señala que su principal impedimento para ejecutar el presupuesto asignado para el año en curso —USD 465.491,17 — es la burocracia. En el primer semestre del año (enero a junio) este núcleo ha ejecutado un 33,70 %, motivo por el cual, Paucar solicita a la Sede Nacional que se preste mayor atención y se dé la debida capacitación a los funcionarios que trabajan y asesoran al núcleo. En Orellana cuentan con personal con experiencia, sin embargo, hay ciertos trámites, refiere Paucar, con el Ministerio de Finanzas, el Ministerio de Cultura o la Secretaría Nacional de Planificación que dependen de la Sede y es ahí donde se han dilatado los tiempos.

Nicolás Paucar, presidente del Núcleo provincial de Orellana. Foto: cortesía de la CCENO.

Mientras tanto, Cerón comenta que en la mayoría de provincias el porcentaje de ejecución de su presupuesto bordea el 50 % y que Tungurahua, Manabí y Morona Santiago son casos a destacar.

En esto coincide Emilia Alvarado, directora de la CCE Núcleo Tungurahua quien señala que: “Nosotros estamos con cero presupuesto porque lo invertimos todo, tenemos una ejecución presupuestaria bastante importante”.  Alvarado agrega que no han tenido problemas en la ejecución y que, si bien hubo algunas trabas en compras públicas para mejoras de infraestructura, esto se resolvió con capacitaciones al personal.

Pese a los recortes presupuestarios que ha sufrido la Sede nacional en 2021 se le asignaron USD  6´572,437 vs. los USD 5´740.346,00 del año 2022— Cerón dice que continuarán en las reformas a nivel del cuerpo laboral.  Para ello se encuentra en la renovación del Manual de puestos y funciones, ya que esta media, les permitirá renovar doce puestos mediante concurso público.

Lento, y haciendo cambios subterráneos, así avanza Fernando Cerón en la renovación de la CCE.

Un fondo para apagar algunos incendios

Cada uno de los Núcleos Provinciales recibió una inyección de USD 46,000, fondo que estuvo disponible a partir de la disolución del convenio de la Sede Nacional con el Ballet Ecuatoriano de Cámara.

Este capital fue usado para solventar necesidades urgentes que tenían los distintos núcleos en relación a infraestructura en mal estado o proyectos emergentes.

Emilia Alvarado, de Tungurahua refiere que utilizó este dinero en mejoras de infraestructura y para repotenciar la radio online de su núcleo. En esta línea, Alvarado respalda el trabajo del presidente de la Sede Nacional y dice: «valoro mucho lo que ha hecho Fernando Cerón porque ha sido muy valiente el proceso de entregar recursos que eran justos para implementar el apoyo a los núcleos provinciales de la Casa de la Cultura en territorio, algo que jamás se ha hecho». Añade que hacer críticas es sencillo, pero hay que reconocer estos esfuerzos.

Por su parte, en Orellana, Nicolás Paucar se concentró en ampliar el alcance de la institución en territorio y renovó el bus que tenía doce años de vida.

Cerón explica que el Ministerio de Finanza transfirió USD 1`200,000 y que USD 356,000 se distribuyeron entre entidades que tienen relación con el Ministerio de Cultura.

 Proyectos y áreas prioritarias de desarrollo

Cada núcleo provincial tiene áreas sobre las que concentra su trabajo, en el caso de Orellana, Paucar señala que se han dedicado a implementar procesos en capacitación en artes. Este programa se ha enfocado en artistas de mediana y larga trayectoria.

En Orellana, también se ha impulsado la formación de nuevos públicos y la activación de espacios públicos y la infraestructura existente.

Talleres de danza impartidos en la CCE Núcleo de Orellana. Foto: Facebook CCE.

Sin embargo, la política que sostiene estas apuestas le dice no a la gratuidad, pues es necesario que las artes sean reconocidas como un trabajo y estas instancias son el primer eslabón para lograr ese cambio de percepción.

Por eso los talleres tienen un costo de USD 10 mensuales, valor que Paucar califica de módico, pues no se trata de procesos formales de enseñanza.

En Tungurahua, Emilia Alvarado coincide con la posición frente a la gratuidad para procesos artísticos. Al respecto comenta:

“hemos tenido una línea estratégica que evita la gratuidad en los espectáculos artísticos para que se pueda garantizar el trabajo de las y los artistas productores y para los gestores culturales y toda la gente que está vinculada con estos procesos creativos”.

Mejorar las condiciones de vida de los trabajadores de la cultura requiere un cambio de perspectiva, que, al menos desde estos dos núcleos provinciales se está promoviendo.

Presentación artística en la CCE Tungurahua. Foto: Facebook CCE.Por otro lado, lo que hay que destacar de la gestión de Alvarado es la propuesta de una ordenanza para garantizar los permisos para la producción artística en territorio. El objetivo de este cuerpo legal es diferenciar entre los artistas micro, maso y macro para facilitar los trámites.

“Nuestros artistas independientes generan, habitualmente, actividades o eventos de 5 hasta 500 personas y no podemos tener los mismos permisos de un espectáculo para 10,000 personas”, sostiene Alvarado.

Fondos no rembolsables por USD 500, alianzas con seis de nueve GAD, talleres de formación artística permanentes, son algunas de las actividades que buscan impulsar las artes y la cultura en Tungurahua.

“Las artes sensibilizan, las artes ayudan al desarrollo integral”, añade Alvarado para explicar la importancia de descentralizar la oferta cultural y trabajar en barrios y zonas rurales de su provincia.

Los retos a futuro para estos núcleos tienen un horizonte común: ambos buscan fortalecer el fomento y la difusión de las artes, sobre todo, por fuera de los espacios tradicionales. Así mismo, seguirán trabajando en adecuaciones en sus espacios y promoviendo los talleres de formación.

En el caso de Tungurahua la ordenanza de cultura que se planea implementar en sus cantones, abre una oportunidad para cambiar las reglas del juego para los trabajadores de la cultura. Este modelo, tiene el potencial de ser replicado por otros Núcleos Provinciales para garantizar el goce de los derechos culturales de los artistas, gestores y la ciudadanía en general.

A nivel global, quizá la palabra que debamos extraer de los discursos políticos es “desmontar”, y deberíamos empezar a imaginar otras formas de intervenir las estructuras que no impliquen empezar de cero porque no hay tiempo ni recursos que basten. Se necesita poder construir/reconstruir a partir de lo que queda de las administraciones pasadas porque cuatro años para implementar un modelo de gestión completamente innovador no son suficientes. Eso lo saben/lo sabemos.

*Ana María Crespo (1990). Editora, ciclista y lectora amateur en el sentido etimológico. Colaboradora del Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura.

*Las opiniones expresadas en este texto son de exclusiva responsabilidad de su autora y no representan la posición del Observatorio.

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