Qué leemos, que géneros musicales escuchamos, qué tipo de producciones audiovisuales consumimos y cuáles son las prácticas culturales más populares entre los ecuatorianos. La encuesta publicada por el Ministerio de Cultura y Patrimonio nos ofrece algunas respuestas.
Por Ana María Crespo/@laana_mary
“En Ecuador se lee un libro completo y se escucha reguetón”, habría quienes podrían alarmarse ante esta afirmación, pero los hábitos lectores y las prácticas y consumos culturales no se miden para ejercer juicios de valor sobre ellos, sino para que el Estado actúe en materia de políticas públicas dirigidas al sector cultural y artístico. Empecemos por entender cuándo, cómo y por qué se llevó a cabo este proceso.
De septiembre a diciembre de 2021 tuvo lugar la primera Encuesta de Hábitos, Prácticas y Consumos Culturales en el Ecuador continental. Primera, cabe aclarar, impulsada por el Ministerio de Cultura y Patrimonio y que además incluyó un módulo sobre consumos culturales, pues otras instituciones han indagado sobre la lectura en el pasado[1].
Este proyecto fue posible gracias a la alianza entre el Ministerio de Cultura y Patrimonio, la Organización de Estado Iberoamericanos (OEI), el Instituto Nacional de Censos y estadísticas (INEC) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), entidad que ganó la licitación para llevar adelante la recolección y el procesamiento de los datos. Los resultados de varios años de trabajo fueron publicados en junio de 2022 en la web del Ministerio de Cultura.
La encuesta se realizó de forma presencial y consideró una muestra de 15.492 viviendas distribuidas en las 23 provincias del país; Galápagos fue excluido. Se encuestó directamente a las personas de 15 años en adelante y, mediante un representante, a los miembros del hogar que tenían entre 5 y 14 años. Se formularon un total de 76 preguntas, las cuales estuvieron dirigidas a los siguientes temas: registro de los miembros del hogar, hábitos lectores; actividades, eventos y espacios culturales; prácticas y manifestaciones culturales; contenidos audiovisuales y medios de comunicación. Según lo estimado, en un hogar de cuatro miembros, la aplicación de estas preguntas tomó una hora y media o dos.
De acuerdo a la ficha metodológica propuesta por el INEC, las variables que se analizaron fueron el sexo, el nivel de instrucción, la autoidentificación étnica, mismas que construyen un perfil del encuestado que luego será importante para entender de qué manera estas categorías inciden en las prácticas y consumos culturales, y los hábitos lectores. De igual forma, el tiempo y hábitos de lectura fueron considerados, junto a las prácticas culturales, el acceso a bienes y servicios culturales, y el uso de medios de comunicación y audiovisuales.
Para entender la necesidad de investigar los consumos culturales, podríamos proponer preliminarmente dos alternativas. La primera es que es el estado debe conocer las necesidades y las demandas de los ciudadanos, para satisfacer el derecho al acceso al arte y la cultura. Por otro lado, la información estadística es fundamental para que el Sistema Nacional de Cultura trabaje en la formulación, evaluación y, de ser necesario, el redireccionamiento de las políticas públicas orientadas al sector cultural. Tomemos en cuenta que, a nivel latinoamericano, Ecuador era uno de los pocos países que no contaba con este instrumento de diagnóstico. México, Colombia, Paraguay, Uruguay, Colombia, Costa Rica, y Venezuela son países de la región que han cuantificado los consumos culturales en sus territorios y hasta han levantado estudios comparativos. Finalmente, Ecuador se integra a esta práctica cuyos resultados aún debe continuar bajo estudio.
Esto dice la encuesta sobre los hábitos lectores
La Encuesta de Hábitos Lectores, Prácticas y Consumos Culturales concentra su análisis en qué, cuánto, dónde y cómo leen los ecuatorianos. De acuerdo a los datos recabados, en el país el 57, 2 % de los entrevistados leen libros. A continuación, se revela la cifra del número de libros leídos al año: el ecuatoriano lee 1 libro completo y dos libros a medias al año.
El portal web Lectupedia (2020) proporciona información de países latinoamericanos y del mundo que nos permiten entender cómo la media anual de lectura de otros territorios se distancia considerablemente con el Ecuador. Está, por ejemplo, el caso de Chile donde se leen 5,3 libros al año, o Perú donde el promedio es de 3,3. Sin embargo, en esta tabla, el país que alcanza el mayor número de libros leído es Francia[2] con la astronómica cifra de 17 libros al año.
Media de lectura en Latinoamérica y el mundo. Fuente: Lectupedia
La edad sigue siendo determinante para definir el formato en que los ecuatorianos prefieren leer, ya que quienes tienen más de 65 años optan por el libro impreso (91,5 %), mientras que los de 18 a 34 años consumen libros impresos en menor porcentaje (52,3 %). La brecha etaria también influye en el tipo de libros que se eligen, pues para los lectores de 18 a 34 años su top tres de lecturas está hecho a partir de libros de investigación, ciencias, biografías (29,5 %), textos escolares (28 %) y novelas (11,4 %). Mientras que, los mayores de 65 años consumen libros religiosos (61, 2%), de investigación, ciencias y biografías (15, 4 %) y novelas (9,8 %).
Hábitos lectores por rango etario. Fuente: Ministerio de Cultura.
Los datos de la encuesta le han permitido al Ministerio de Cultura y Patrimonio detectar los problemas que tiene la ciudadanía y proponer soluciones. Para quienes están entre 5 a 11 años y de 12 a 17 años se determinó que no hay contenidos de lectura que resulten atractivos, así como la falta de espacios para la lectura de “entretenimiento”; y, por otro lado, que el tiempo de lectura se dedica casi de forma exclusiva a textos escolares. Entre los lectores ecuatorianos de 18 a 34 años y de 35 a 64 años se repiten las dos primeras dificultades antes mencionadas, aunque difiere el último punto, pues en este caso, el tiempo de lectura se dedica al uso de redes sociales. Hay coincidencias, pues las personas que tienen más de 65 años también tienen dificultad para acceder a contenidos que sean de su interés y no cuentan espacios comunitarios donde compartir con otrxs su interés por los libros.
El ministerio de Cultura planea responder a estas necesidades con una estrategia que considera adaptar/crear contenidos de lectura “no escolarizada” e implementar talleres de lectura orientados a las familias. Se proponen diseñar programas en la red de bibliotecas con el fin de que los estudiantes tengan espacios otros de lectura. Además, piensan suplir la demanda de contenidos de interés de los distintos grupos etarios, ejecutando líneas de fomento con el objetivo de crear contenidos en formatos transmedia que respondan al interés de cada segmento de la población. También desarrollarán campañas de intercambio de libros y crearán talleres de lectura para integrar a la comunidad, tomando en cuenta la necesidad de propiciar una integración intergeneracional.
Prácticas y hábitos de consumo cultural
Las prácticas culturales populares entre los ecuatorianos son: tocar un instrumento musical, bailar o formar parte de un grupo de danza y elaborar productos artesanales. La encuesta determinó que el 11 % de la población realiza una práctica cultural.
En el terreno de lo musical, el reguetón, la balada y la salsa son los géneros más escuchados en el Ecuador continental; el 89,3 % de los encuestados dijo escuchar música.
En lo que respecta a los consumos audiovisuales, se destinan un total de siete horas a la semana en el visionado de películas (28,5 %), series (12,7 %), y/o programación infantil (10, 9 %). Los géneros predilectos son: comedia (21,6 %), acción (21,2 %) y ciencia ficción (19,7 %).
En relación al uso del internet, el 82,1 % de los encuestados navega en la web con distintos propósitos, unos para ver videos (34,6 %), otros consumen conferencias (28,8 %) o usan redes sociales (23,4 %).
A pesar del auge de las plataformas de comunicación alternativas, la televisión continúa como uno de los medios que los encuestados consumen —78,2 % pasan 2 horas y media frente a las pantallas— y ven noticieros (40,4 %), telenovelas (17,5 %) y programas infantiles (13,1 %).
Sobre la asistencia a eventos o lugares culturales, la información es algo escueta, pero nos permite, al menos, conocer que las fiestas tradicionales, patronales y religiosas convocan a un 39,6 % de los encuestados y que las ferias gastronómicas al 24,1 %. Mientras que el 17,9 % asiste a conciertos en vivo, un 16 % a presentaciones de teatro o danza y 13,20 % a celebraciones ancestrales.
2do Encuentro de Políticas y Economía de la Cultura del Observatorio
Considerando la importancia de que la academia propicie el diálogo y las reflexiones sobre el consumo cultural, este será uno de los ejes de la programación del 2do Encuentro del Observatorio que se desarrollará del 20 al 23 de septiembre, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito. El primer día de esta agenda incluye dos mesas redondas, una sobre las tendencias de los consumos en Latinoamérica, y otra en la que se discutirá acerca de la Encuesta a la que hacemos mención en este artículo.
Las inscripciones a estas actividades se pueden realizar en este enlace.
De igual modo, con el propósito de ampliar las indagaciones teóricas acerca de esta temática, el Observatorio ha abierto, hasta el 30 de septiembre, la convocatoria donde se reciben artículos o ensayos académicos sobre el consumo cultural en América Latina que revisen este tópico desde distintas líneas investigativas y enfoques metodológicos.
«Consumir sirve para pensar»
Ya que tenemos los resultados de la primera encuesta que mide los consumos culturales en el Ecuador, ahora el reto está en salir del pensamiento reduccionista que ubica a los consumos como una transacción lineal entre espectador y obra/servicio cultural artístico. Consumir, dice el antropólogo y sociólogo Néstor García Canclini sirve para pensar. El autor también afirmará que no solo aquellos consumos relacionados con el arte y el saber cumplen esta función. Pero dado que el arte y la cultura alcanzaron una suerte de independencia durante la modernidad, se puede hacer este corte y en el contemporáneo, hablar del consumo en relación a los bienes culturales ofertados por agentes que conforman el campo cultural o las industrias culturales.
En ese sentido, el consumo cultural más que satisfacer una necesidad mediante un bien o servicio cultural, se entiende como una práctica sociocultural a través de la que se construyen significados y sentidos vitales[3]. De ahí que los bienes culturales se caracterizan porque su valor simbólico/cultural/estético pesa más que su valor de uso como mercancía.
Esta mirada complejiza la noción de consumo que podría desprenderse de una lectura que solo valore cuantitativamente los resultados de la Encuesta de Hábitos Lectores, Prácticas y Consumos Culturales. La complejiza y abre otras dimensiones que deberán considerarse como la clase, la autoidentificación étnica y el género, pues siguen siendo factores que afectan los modos de consumo. A su vez, habría que analizar cómo el consumo cultural se liga al territorio y la identidad para construir un sentido de pertenencia.
Ahora bien, gracias a los resultados de la encuesta podremos empezar a entender cómo la brecha tecnológica y el acceso al internet inciden en los hábitos de consumo. Esta será una oportunidad para identificar los nichos y analizar de qué forma la pandemia ha favorecido o afectado ciertos ámbitos de la cultura en el marco de la actual recesión económica.
Queda sobre la mesa un asunto que no podemos desestimar: los resultados de la encuesta no pueden abarcar la diversidad de prácticas culturales de los territorios, pero sí son un indicador fundamental para no navegar a ciegas en el diseño y ejecución de políticas públicas para el campo del arte y la cultura.
Notas al pie
[1] En el año 2012 el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) realizó una encuesta sobre Hábitos Lectores. En este mismo año, el Sistema Nacional de Bibliotecas (SINAB) levantó una encuesta sobre comportamientos lectores que fueron parte de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo.
[2] En Francia está vigente el proyecto de Pass culture, un programa que otorga 300 euros a jóvenes entre 15 y 18 años para que puedan utilizarlo en libros, conciertos, instrumentos musicales, talleres de arte, entre otros productos o servicios culturales. Este dispositivo nace a partir de una política pública para fomentar el consumo de las artes. Un aproximado de 2 millones de jóvenes son beneficiarios anualmente.
Bibliografía
[3] Sunkel, Guillermo. Una mirada otra. La cultura desde el consumo. Buenos Aires: CLACSO, 2002.
Gracias por esta compilación de datos súper interesantes e importantes para trabajar en propuestas relacionadas a la animación a la lectura. Sería óptimo hacer llegar este pequeño artículo e información paralela, otras fuentes relacionadas al tema e incluso, si fuera posible, los formatos de las encuestas que se han usado, a entidades y personas trabajando en el área de bibliotecología, promoción a la lectura, editoriales, etc. Esto con el fin de recibir retroalimentación sobre el proceso que nos puede ayudar a todos a hacer mejor el trabajo que hacemos en tratar de abrir espacios para la lectura. Las redes de bibliotecas por ejemplo sería un auditorio particularmente interesante para este efecto y creo que la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo en Quito estaba empeñada en fortalecer esta red. Estaremos muy agradecidos de recibir información sobre el tema en Fundación A Mano Manaba, amanomanaba@gmail.com.
Gracias
En la actualidad este año 2022 finlandia es el pais que mas lee seria bueno tomar el ejemplo de la
Biblioteca 10 de Helsinky y mirar que las bibliotecas vivas son el futuro de la nuevas generaciones
Hoy llamadas bibliotecas humanas vivas para nuestros pais podria adaptarse en las casas parroquiales y barriales.
How does reggaeton influence the cultural consumption habits in Ecuador?