En el primer debate presidencial, la cultura no llegó ni a comodín político

Este contenido es parte del proyecto Silla Vacía, una iniciativa del Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura de la Universidad de las Artes. Síguenos en redes, conoce más sobre esta iniciativa y sé parte de la conversación. Por Oscar Maldonado.

Foto: Diario El Universo.

Las elecciones presidenciales del 7 de febrero están cada vez más cerca mientras los candidatos afinan sus estrategias de comunicación y marketing político para ganar atención y votos. En medio de la crisis por los millones de papeletas mal impresas por parte del CNE y ante la imposibilidad de hacer eventos públicos de proselitismo político por la pandemia, los equipos de campaña se concentran en una acción mediática clave: el debate presidencial.

En un formato similar al aplicado en procesos de debate televisivo de otros países, el primer debate presidencial organizado por diario El Comercio se realizó entre el 9 y 10 de enero en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura. En ellos, 14 de los 16 candidatos hablaron sobre sus programas de gobierno y principales propuestas. La recuperación económica, la crisis ocasionada por el coronavirus y la gestión de las vacunas, la seguridad y el empleo fueron los principales temas tratados. Sin embargo, la ausencia total de líneas discursivas y propuestas sobre los planes de gestión y apoyo a las artes y la cultura en el próximo gobierno fue notable —y muy penosa— considerando que la reactivación del empleo en varios sectores de la economía del país no puede descuidar el empleo artístico y sus peculiaridades, variables expuestas por la encuesta de condiciones laborales de trabajadores de la cultura realizada por el Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura de la Universidad de las Artes.

Si bien el primer debate no tuvo abordajes sobre el estado de la gestión de la cultura en el país ni sobre lo que se viene, algunas candidaturas han contemplado planes de trabajo para el sector, de una forma u otra. Por otro lado, un buen número de candidaturas no tiene propuestas para cultura en sus planes de gobierno. 

Según un análisis hecho por el Observatorio para el proyecto Silla Vacía, de los 16 planes de trabajo disponibles en la página del CNE, 7 no contienen propuesta alguna para el sector cultural (Yo Nací Aquí, Movimiento Amigo, Unión Ecuatoriana, Alianza País, Fuerza Ecuador, Movimiento Honestidad y Juntos Podemos). Del mismo análisis se desprende que 5 planes tienen propuestas muy escuetas mientras que apenas 4 contienen secciones desarrolladas con acciones a tomar en la gestión cultural (Revolución Ciudadana, Avanza, Democracia Sí, Alianza Creo-PSC).

Entre los planes que consideran propuestas para el sector cultural, los discursos y visiones sobre cómo trabajar las artes y las manifestaciones culturales varían notablemente. Así, por ejemplo, para la candidatura de Guillermo Lasso el énfasis de la propuesta está en el apoyo a los emprendedores de las artes a través de estrategias como menos barreras impositivas y mecanismos de apoyo al desarrollo de la economía naranja. El plan de Lasso también contempla la relación de las industrias culturales con la educación y en esa intersección propone la equiparación de la formación en conservación y escuelas de arte con la titulación de bachillerato y títulos superiores como tecnologías, licenciaturas y posgrados.

Por su lado, la candidatura de Andrés Arauz pone atención a la reorganización institucional y el rediseño de los sistemas de fomento en el marco de lo mandado por la Ley de Cultura aprobada en el año 2016. Su plan también contempla formar un Consejo Cultural Ciudadano para definir el impacto de la cultura en el país con énfasis en innovación tecnológica, fomento de diversidades y economías creativas.

Para el movimiento Avanza liderado por Isidro Romero Carbo, las claves para cultura residen en el fomento a la creación artística y cultural con énfasis al desarrollo del cine. Al igual que Lasso y Arauz, Romero Carbo menciona la importancia del impulso a las industrias creativas, aunque sin explicar mecanismos concretos para hacerlo. El plan de Avanza también afirma que el “fomento cultural requiere del financiamiento estatal, del sector privado y de las organizaciones sociales”. 

Finalmente, el plan de Democracia Sí propone en su línea discursiva el “fomento de las expresiones culturales y la preservación del patrimonio intangible cultural”. El plan de este movimiento político incluye en sus enunciaciones el acceso a derechos culturales como vía de desarrollo del ser humano.

Sean las que fueren las formas que han tomado las propuestas de las candidaturas que sí han trabajado planes de trabajo, los problemas inmediatos para el sector artístico y cultural se evidencian en la afectación económica y laboral que el sector vive en estos momentos. En una entrevista reciente en Radio Pichincha Universal, Pablo Cardoso, —director del Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes ILIA— notó que las pérdidas calculadas para el sector cultural en Ecuador desde el inicio de la pandemia son de $90 millones. 

Si a eso se suma la pérdida de puestos de trabajo de un sector crónicamente precario en su capacidad de mantener empleo seguro, el debate dejó varias muchísimas preguntas de gestores, artistas y trabajadores de la cultura sin respuesta. De igual manera, no hubo mención alguna a la Ley de Cultura aprobada en 2016 que —a pesar de que garantiza la disponibilidad de fondos y líneas de crédito para la creación artística— ha sido ignorada y violentada repetidamente desde su aprobación.

Así, el trabajo cultural independiente, autónomo, el auto empleo, los cobros por factura, el trabajo freelance temporal, etc. son cuestiones que no obtuvieron mención alguna. “Lo que debería preocupar a quienes vienen a gobernar es el cuidado de aquello que ha costado años de acumular, un capital económico y simbólico (…) acumular todo eso ha costado años de esfuerzo, horas de trabajo no remuneradas de gente que ha dedicado la vida a construir un espacio cultural, una pequeña sala de teatro, una librería..”, decía Paola de la Vega en una reciente entrevista con el Observatorio. 

La ausencia de planteamientos reales sobre artes y cultura en el primer debate revela lo que el sector sabe hace años: que la creación artística no es una prioridad en el contexto social nacional. La poca importancia de las artes y la cultura de la agenda de monitoreo al proceso electoral queda aún más clara en su ausencia como categoría de observancia de instancias y organizaciones sin fines de lucro de la sociedad civil ecuatoriana como Grupo Faro o Participación Ciudadana. Sin embargo, desde otros espacios ciudadanos, mediáticos y académicos, la idea de que la cultura y las artes son una prioridad nacional para la cohesión social se mantiene firme.

De esta manera, el proyecto Silla Vacía promovido por el Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura busca respuestas de los candidatos a la presidencia sobre sus planes y políticas para el sector artístico y cultural del Ecuador. Sigue esta iniciativa nacida en la Universidad de las Artes a través de nuestras redes de para ampliar el debate.