“La verdadera pelea en la Cinemateca es tener presupuestos justos”, Mariuxi Alemán, directora Cinemateca Nacional Ulises Estrella

 

Por Santiago Estrella Silva.

Allá, por 1984, escribía Ulises Estrella Moya unas reflexiones sobre el cine ecuatoriano, en la revista Chasqui, de CIESPAL, donde, revisando el recorrido de las pocas producciones locales para entonces, mencionaba “Nuestro cine se ha iniciado acertadamente, pero se encuentra aún en los primeros escalones, le falta mucho por ascender, duras tareas para superar su retraso”. Solo dos años antes, en 1982, Ulises Estrella era el fundador de la Cinemateca Nacional de la Casa de la Cultura, institución clave para la preservación y la difusión del cine nacional, la que hoy lleva merecidamente su nombre. En 2012, cuando la Cinemateca cumplía 30 años de caminar, Ulises nos dejaba su apreciación y balance: “Es el año de la consistencia. Hemos recorrido todos estos años como continuidad, como consistencia y como posibilidad de futuro. Nosotros nos sentimos maduros y consideramos que todo el público que nos ha acompañado en estos 30 años, en cineclub, en la consulta pública, en la red de núcleos de las provincias, está abierto a todo lo que significa la dimensión del cine en el mundo”.

Acompañando a Ulises Estrella estuvieron figuras que le han dado una gestión incalculable a la Cinemateca, y a riesgo de dejar muchos nombres de antiguos y vigentes colaboradores de la Cinemateca por fuera, solo menciono a dos mujeres claves en este espacio: Wilma Granda y Laura Godoy. Referentes excepcionales hasta hoy. Las últimas administraciones de la Cinemateca, con Diego Coral y Paúl Narváez, han continuado con el legado, incorporando procesos importantísimos en cuanto a la preservación, con la digitalización del material, por ejemplo, así como en la difusión, poniendo en línea mucho del material de archivo, para que se pueda conocer, apreciar y disfrutar.

En febrero de este 2024 la actual administración de la Casa de la Cultura decidió cambiar a la cabeza de la Cinemateca y nombró a la guayaquileña Mariuxi Alemán para liderar un nuevo proceso. Licenciada en cine por la Universidad de las Artes y magíster en Gestión Cultural por la Universidad Oberta de Catalunya, Alemán llegó con diversas expectativas y un recorrido interesante en el ámbito de la producción audiovisual. Para conocer su mirada y conversar de lo que se planifica desde la Cinemateca, la visitamos en su oficina, en el edificio de los espejos de la CCE, donde estuvo acompañada de la actual investigadora de la Cinemateca, Ana María Crespo. Pero, arrancamos conversamos de lo que se debe, de cine.

¿Qué es el cine para ti, qué significa?

El cine es una balsa, nos ayuda a mantenernos a flote. No solo el cine, en general el arte y la cultura, nos ayudan a mantenernos a flote, justamente en estos tiempos complejos que vivimos. Yo estudié primero teatro, a mis 16 años, en el ITAE, en Guayaquil. Luego, la vida me llevó por varios rumbos, hasta que decidí ser mamá y eso me ayudó a comprender muchísimo la humanidad. Posteriormente, mucho más grande, decidí retomar los estudios a partir de la existencia de una universidad pública. Claro, cuando tenía 16 o 17 años, estudiar cine solo era posible en Quito y era costoso, ¡sigue siéndolo! Por entonces, era imposible para mí y mi familia pagarme los estudios, peor en arte. Ya con la opción de estudiar en lo público, con 25 o 26 años, entré a cine y tuve los mejores profesores: Tania Hermida, Carla Valencia, Fernando Mieles, Manolo Sarmiento, mucha gente que sigue haciendo cine, lo cual fue una base hermosa. Ya desde la universidad me vinculé con un varios procesos en gestión cultural. Empecé como pasante, contando los votos del público en los EDOC (Festival de Cine Documental Encuentros del Otro Cine) y terminé haciendo la producción para Guayaquil de este festival. Cuando me gradué, con la política de la Universidad de las Artes de dar opción de trabajo a los estudiantes, me involucré varios años allí. Hace dos años vine a trabajar en Quito, primero en un Festival, luego en la Feria del Libro y durante un año y medio en el Núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura.

Con este recorrido y experiencia, tomando en cuenta tu conocimiento de lo que pasa en Guayaquil, en Quito y ahora en una institución nacional ¿cómo sientes que está el cine en el país?

Primero, al hablar de Guayaquil, se tuvo un auge alrededor del 2006, donde adicionalmente se tuvo una bonanza económica en el país. Luego se tuvo un bache. Al consolidarse la UArtes en la ciudad, se dinamizó la actividad cultural en el centro y se hicieron muchos más cortos estudiantiles que han salido a festivales. Fue muy importante también que la universidad pública permitió que estudiantes de distintos sectores sociales lleguen con la necesidad de contar historias y se recrean las formas de producir. Una preocupación que mantengo es ver que muchos de esos estudiantes no están trabajando en el cine. Por ello, hace falta repensarnos hacia dónde ir. El cine comunitario puede ser una opción muy potente para los estudiantes.

En este punto de la entrevista, con 10 minutos de conversación, puedo destacar la tremenda energía de Mariuxi Alemán, quien empieza a pasar de un tema a otro, pero no con desorden, sino surfeando por las ideas, atando pensamientos y experiencias vividas. De pronto nos encontramos hablando de la gestión en los núcleos provinciales, de sus capacidades, de los accesos libres a las películas. Justamente, por la diversidad de demandas en los núcleos, terminaron armando 21 paquetes de películas por temas para que, dependiendo de sus públicos y sus capacidades, los núcleos puedan seleccionar las más adecuadas. Además, han visitado varias de esas instituciones con talleres en Napo, Santo Domingo de los Tsáchilas y también talleres online, donde han podido mantener contactos permanentes. A la par de ello, la programación en la sede también se la piensa diversa, donde el acceso es libre, y no gratuito, diferencia importante que menciona Alemán, ya que ese acceso se paga con los impuestos de todos y todas. En esa diversificación, menciona la anécdota que experimentó hace poco en una función que se organizó con adultos mayores del Patronato, donde una señora asistente le mencionó que a los treinta años vuelve al cine. “Para mí eso es súper importante, pensar en la gente que históricamente no ha tenido acceso. No pretendiendo que todos sean cineastas, pero sí entendiendo que el cine te sensibiliza y puede generar un pensamiento crítico, afinar la mirada y compartir con la gente”. Pero bueno, sigamos con la entrevista.

¿Cómo podemos hablar del cine como memoria y como identidad cuando muchas personas no conocen, no ven el cine ecuatoriano? ¿Qué puede aportar la Cinemateca en ese sentido?

Con Ana María Crespo, como investigadora, retomamos un proyecto que se tenía en la Cinemateca, que son los Tesoros Remix. Es vincular el archivo con las miradas actuales. El archivo se reinterpreta con las miradas. El mes pasado tuvimos un tesoro remix que se llamaba lenguajes del deseo, entonces allí tomamos algunos cortometrajes que hablaban sobre este tema, invitamos a uno de los actores, y se compartió con el público. El próximo mes estaremos en El Carmen Alto pasando un archivo de Mariana de Jesús. También estamos trabajando con la memoria fílmica en Guayaquil, donde pasamos dos cortometrajes de los ochentas, de Gustavo Valle y Lucho Costa, un chileno que trabajó mucho en Guayaquil. Allí tuvimos cuarenta personas viendo el archivo, lo cual, para mí es un éxito. Entonces, tenemos algunos ejercicios con la memoria audiovisual. Pensando en la programación de 2025, estamos planificando una mesa de trabajo con actores políticos, sociales y culturales para saber qué quieren ver en la pantalla, para que todos podamos vernos reflejados allí. Este ejercicio democrático, de pensarnos con el otro, nos puede dar una amplitud de miradas.

Con 8 meses de estar en la Cinemateca, ¿con qué te encontraste?

Una de las primeras cosas es que existan procesos y que todo el mundo tenga acceso a los espacios. Al ser espacios públicos, que se pagan con los impuestos de todos, para mí es una responsabilidad gigante. Una de las cosas que hicimos es democratizar el acceso a los servicios que tienen la Cinemateca. El primero fue gestionar un protocolo de acceso a los archivos, porque pasaba mucho que llamaban un día antes a pedir archivos, sin un proceso claro. Nosotros resguardamos los archivos, pero no tenemos los derechos de todo, por ello había que tener normado y con lineamientos claros para los distintos públicos. Lo segundo, sacamos una convocatoria a digitalización, para salir del acolítame digitalizando algo a uno u otro. Yo no concibo estos espacios para los amigos, estos espacios son para todas y todos. Por ello lanzamos esta convocatoria que la vamos a volver a sacar en noviembre para tener más participación. Además, la idea es lanzar estas convocatorias, cada seis meses, para que sea una normativa y un proceso estandarizado. Ha sido bien complejo organizar lo administrativo, en el sentido de que tocó pensar un flujo de trabajo más organizado, para que luego se pueda seguir una línea clara. Es algo que para mí es muy importante en la administración pública. Estamos ahora en proyectos y contactos con el IFCI, con la Universidad de las Artes, con la Universidad Central, estamos trabajando con un colectivo para un proyecto de autismo visible. Además, estamos trabajando con el Municipio de Guayaquil, con la Prefectura de Pichincha, que ha sido un gran aliado en este año. Se suman también conexiones con la Fundación Bloomberg, con la Defensoría del Pueblo, con el Consejo Nacional de Inclusión de Género, con el Parlamento Gente de Tungurahua, con las embajadas, el Centro Cultural Benjamín Carrión. Creo que lo más importante es trabajar de forma articulada y seguir con todo lo que se venía haciendo bien en la Cinemateca. En junio, con el digitalizador nos fuimos a Colombia, invitados por la Cooperación Francesa, a una capacitación en digitalización. Este mes, nuevamente la Cooperación Francesa me invitó a una capacitación en educación en cine con países andinos, donde se invertirá por país, entre 20 a 40 mil dólares. El proyecto es Otros Ojos, donde está involucrado la Red de Cineclubes, el Ministerio de Educación, el IFCI, Secretaría de Cultura, Ocho y medio y Cinemateca, allí armaremos una programación conjunta. Además, ganamos Ibermemoria este año, lo que nos permitirá gestionar de mejor manera los archivos digitales.

¿Cómo esta la preservación del material, los presupuestos alcanzan?

El presupuesto para este año fue de $10 mil, cuando el año pasado fueron $17 mil. Pasó que no se ejecutó totalmente ese presupuesto anterior y eso, en el sector público, implica que te lo quitan al siguiente año. Por ello, cuando llegué ejecutamos 100% el presupuesto, con los proyectos que estaban encaminados, para que no nos quiten para el próximo año, más bien deben darnos más. En cuanto a las reservas en nuestras bóvedas, no todo está digitalizado. Actualmente estamos en proyecto grande con la Secretaría de Cultura para digitalizar, en un año, mil archivos. Llevamos dos meses con el proyecto y vamos bastante bien. Con el apoyo de la Secretaría de Cultura de Quito, se contrató a 7 personas en el área técnica para que este proceso avance a buen ritmo. Sobre el espacio físico, sobre todo de las bóvedas, podría ser mejor, pero se requiere de una inversión gigante para ello. En todo caso, hay el cuidado para que el material más sensible se conserve adecuadamente. Lo ideal sería que los ministerios encargados den el financiamiento para construir una nueva bóveda, pero sabemos las limitaciones que existen, por lo que nuestro personal técnico hace lo mejor posible para que se garantice la preservación.

Conversemos sobre la autonomía de la Cinemateca, ¿es necesaria, es posible, es deseable?

La relación de la Cinemateca y de la CCE es necesaria, le permite tener presencia en los núcleos y tener un paraguas que le ampare. Más allá de la desconcentración, de la autonomía o cualquier otra figura, la verdadera pelea es tener presupuestos justos. En una reunión que tuvimos con los gremios de la Casa de la Cultura, nos enteramos que el presupuesto para compra de uniformes es el mismo que se maneja para la Cinemateca. Las preguntas que debemos hacernos van por los presupuestos, ¿de dónde van a salir?, ¿cuál es el porcentaje dedicado a la Cinemateca? Esto es fundamental.

El tema de la autonomía se venía conversando, pero estaba muy ambiguo. Nosotros, como Cinemateca ya trabajamos con los núcleos desconcentradamente. Con unos es más factible que con otros, porque hay núcleos que tienen el personal justo para toda su gestión. Lo otro es que nosotros deberíamos fortalecer el mapeo del resguardo audiovisual del país, donde tenemos identificadas varias universidades y GAD’s, que tienen material fílmico. Por el tema económico es difícil que los núcleos tengan Cinematecas y fondos, por ello el mejor lugar para la preservación actualmente sigue siendo la Cinemateca, en Quito. Estamos trabajando en el tema del depósito legal, donde ya nos hemos reunido para avanzar en los informes técnicos. Desde la Cinemateca seguimos trabajando efectivamente en la descentralización más allá de las reformas de la Ley.

Esta parte de la conversación tenía como contexto la incertidumbre por saber la decisión del Ejecutivo sobre la Ley Reformatoria a la Ley de Cultura, que finalmente recibió el veto total, con lo cual, durante un año, este tema no podrá ser tratado por la Asamblea Nacional. A partir de allí, Mariuxi Alemán nos comentó la experiencia de la Cinemateca de Bogotá, que pertenece a la ciudad, algo que acá es complejo que pueda suceder, por ahora. Sería interesante imaginar que ciudades como Guayaquil cuenten con su propia cinemateca para preservar el material, y no pase lo que nos cuenta Alemán del archivo Tramontana, donde parte del fílmico estaba perdido, destruido. Atando lo uno y lo otro, y recordando su discurso al tomar la dirección de la Cinemateca, mencionó “yo le agradezco el trabajo que hizo Ulises, Wilma, Diego, Paúl, Laura, porque si no nos reconocemos y no tejemos redes, vamos a seguir siendo lo mismo de siempre. Yo vengo de Guayaquil, donde no existe nada, porque llega alguien y se cree más chévere y destruye todo lo anterior. No, ¿por qué? Entonces, hay que pelear por presupuestos justos, trabajando en redes y fortaleciéndonos en los proyectos”.

¿En la parte de investigación que se está trabajando y gestionando? (Aquí interviene Ana María Crespo).

Se está retomando el proyecto de Evelina, como la memoria audiovisual del país, en espiral. Estamos por subir la información que corresponde a la década de los cuarenta. Para acelerar el ritmo de investigación estamos planteando la creación de un semillero de investigación con estudiantes universitarios, para que todos aquellos que estén interesados en la historia y el cine puedan ser parte de este proceso. Tenemos algunos proyectos editoriales. Uno de ellos es tener memorias de todas las actividades emblemáticas. A propósito de los cien años del cine ecuatoriano, conjuntamente con FILIA, estamos levantando una memoria, con reseñas, críticas, escritura creativa, donde intervendrán estudiantes y profesores como Javier Izquierdo.

Para cerrar, le preguntamos a Mariuxi Alemán que nos lance las tres películas que le han marcado en su vida.

Difícil solo mencionar tres. Pierrot le fou (Jean-Luc Godard), es una película que realmente ha captado mi interés, ¿eso se puede hacer en el cine? También En el nombre de la hija (Tania Hermida), creo que es una película que puede marcar mucho la vida de alguien. Y París Texas (Wim Wenders), la composición, el color, la historia. Y en documental hay varias producciones, creo que Abuelos (Carla Valencia), El grill de César (Darío Aguirre), Guañuna (David Lasso), ahora Ozogoche (Joseph Houlberg) que está increíble. Mi tía Toty (León Felipe Troya). En documental hay cosas hermosísimas en Ecuador.

Cerramos la conversación con la energía desbordante de Mariuxi Alemán, cargada de mucha ilusión y enormes responsabilidades. Por ahora, la estructura institucional de la Cinemateca se mantiene, ya que las reformas a la Ley de Cultura quedaron vetadas, sin embargo, la lucha por presupuestos justos se mantiene, para la memoria y para el presente del cine ecuatoriano, con esa posibilidad de futuro que Ulises Estrella mencionaba.

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