Pasado y futuro de la Cinemateca Nacional del Ecuador

Por Javier Izquierdo

UNO

Siempre se ha dicho que es una especie de milagro que, en un país como el Ecuador, caracterizado por su desdén por el tema cultural, exista una Cinemateca Nacional dedicada a salvaguardar el patrimonio fílmico del país. No todos los países latinoamericanos tienen una cinemateca, es notoria su ausencia en países como Perú o incluso Argentina, con una fuerte tradición cinematográfica también en peligro por estos días.

Desde hace más de cuarenta años la Cinemateca Nacional (CN) de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) ha cumplido con las principales funciones de cualquier cinemateca: preservar el material cinematográfico y audiovisual, y difundir el cine a través de la exhibición de clásicos y contemporáneos. Yo diría más la primera que la segunda, ya que como veremos más adelante, la CN nunca ha llegado a ofrecer una programación estable.

Y aunque la CN con sede en Quito está lejos de tener la importancia que han adquirido para sus ciudades espacios como la Cinemateca de Bogotá, (a partir de la inauguración de sus nuevas instalaciones en 2019), o la Cineteca Nacional de México, (con un complejo de multi-salas dedicadas al cine de autor), o de tener el prestigio de la Cinemateca Uruguaya (la más antigua del continente), se ha ganado su lugar en la vida de la capital.

El 15 de febrero de 2024, la comarca cultural se agitó con la noticia de la repentina salida de su más reciente director Paúl Narváez Sevilla -quien había logrado transmitir su pasión por la conservación de las imágenes en movimiento ecuatorianas y dar a la Cinemateca un toque contemporáneo- por orden del actual presidente de la CCE Fernando Cerón, a más de un año de que termine su período. Su reemplazo: la joven cineasta guayaquileña Mariuxi Alemán (graduada de la UArtes), anteriormente encargada de la Cinemateca del Núcleo Pichincha de la CCE.

En un mensaje de texto que se hizo viral, el documentalista Pocho Álvarez respetaba la potestad del presidente de la CCE para remover a funcionarios, pero exigía -como donante de películas y ciudadano- algún tipo de explicación al respecto.

Luego, algunas asociaciones de cineastas reciclaron el texto de Pocho en forma de manifiesto firmado, y otros cineastas reclamaron solitariamente por redes, pero la respuesta del presidente de la CCE se hizo esperar.

Una primera interpretación que se manejaba era que se trataría de un tema político, ya que la CCE está a un año de elecciones -en las que el mismo Cerón podría reelegirse- y la CN no solo es uno de los pocos espacios visibles de la anquilosada institución, sino que se podría prestar para actividades proselitistas, algo a lo que Paul se habría negado.

En los siguientes textos de cineastas, como el artículo de Pocho Alvárez en Plan V, comenzó a surgir lo que quizás sea el tema de fondo: la necesidad de “sacar” a la Cinemateca Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (para que, entre otras cosas, sus directivos y funcionarios no sean elegidos a dedo) algo que se ha venido comentando en los pasillos del cine ecuatoriano desde hace años.

Lo curioso es que uno de los proyectos en los que se hallaba inmerso Paúl era una consultoría con expertos para analizar los mecanismos legales para lograr la autonomía de la Cinemateca Nacional. ¿Otro posible motivo para su repentino despido?

Mientras esperaba algún tipo de pronunciamiento oficial, decidí revisar la historia de la CN y sus directores.

DOS

1981-2012: Ulises Estrella

La Cinemateca Nacional fue creada en 1981 por Ulises Estrella (1939-2014). Ulises venía de la poesía tzántzica y el activismo cultural. Durante años dirigió el Departamento de Cine de la Universidad Central y cuando este espacio ya no fue viable, propuso su proyecto de crear la CN a la CCE, por ese entonces la principal institución cultural del país, que acogió su proyecto bajo la presidencia de Edmundo Ribadeneira.

Ulises, como todo pionero, sentó las bases legales y operativas de la CN, creando el archivo de películas ecuatorianas (que hoy asciende a 24.000 títulos nacionales e internacionales) y dirigiendo personalmente muchas de las actividades, y marcó a la institución con ese particular aire de intelectual crítico que le caracterizaba.

Lideró los proyectos de restauración de películas mudas como “Los invencibles shuaras del Alto Amazonas” (1926) del misionero salesiano Carlo Crespi e hizo posible la construcción de la Sala de cine Alfredo Pareja Diezcanseco, que comenzó a funcionar en 1988 con una entrada de bajo coste. También logró equipar a la CN con una bóveda climatizada para materiales delicados en 2009.

Durante su mandato se incorporaron a la Cinemateca investigadores como Wilma Granda, que durante los ochenta se dedicó a rastrear los orígenes de la actividad cinematográfica en el país, y Christian León, destacado crítico de cine, que dio sus primeros pasos en la institución durante los noventa, en la redacción de primera la revista de la CN, Cuadernos de la Cinemateca.

La sala -que completaba su programación con estrenos comerciales- se caracterizó por muestras temáticas por países y retrospectivas de cineastas, con apoyo de embajadas afines.

Estrella durante años fue el encargado de representar al país en encuentros de cine internacionales y gestionar personalmente las becas a importantes escuelas de cine como la EICTV en Cuba. Y como todo buen pionero, prolongó su mandato durante 31 años y sobrevivió a cuatro presidentes de la CCE.

Cuando Raúl Pérez Torres asumió la presidencia de la CCE en 2012, durante un período especialmente conflictivo para la CCE, Ulises Estrella decidió dar un paso al costado y el cargo de dirección pasó a Wilma Granda, investigadora y “segunda al mando” de la CN.

2012-2017: Wilma Granda

Wilma Granda democratizó la CN luego de la gestión algo cerrada de Ulises Estrella.

Durante su período se consolidó la Consulta Pública, espacio donde los ciudadanos (casi siempre jóvenes estudiantes) podían visionar los principales títulos nacionales en sendos módulos.

Durante su mandato además se creó un festival de cine, La Casa Cine Fest, centrada en el cine latinoamericano, con tres ediciones, y una nueva revista de cine, 25 Watts (paradójicamente nombrada a partir de una película uruguaya) que alcanzó los siete números.

La sala Alfredo Pareja pasó a ser gratuita, por lo que las posibilidades de exhibición se redujeron y por primera vez se recurrió a programadores externos. Hacia el final de su gestión logró equipar la sala de cine con DCP.

También durante este período Wilma impulsó el proyecto de la Cinemateca Digital, ejecutada por un joven Paúl Narváez. El período de Wilma Granda coincidió con el de Raúl Pérez Torres. Sin embargo, cuando Camilo Restrepo entró a la presidencia de la CCE y designó a un nuevo director, la administración de Granda, en rechazo a esta acción, no entregó las claves de las redes sociales.

2017-2021 Diego Coral López

El actor y cineasta Diego Coral fue el primer director externo a la CN, y su llegada no fue bien recibida por algunos funcionarios de planta de la institución, que, fieles a las antiguas direcciones, pusieron una serie de trabas a su gestión.

Quizás por eso, Coral fue cuidadoso en dar continuidad a proyectos anteriores como la Revista 25 Watts, (que tuvo dos números durante su período) y La Casa Cine Fest (dos ediciones, la última en 2019).

Durante su período la programación se enriqueció con programas académicos, funciones del cineclub y apertura a festivales externos. La Consulta Pública también pasó a nuevas instalaciones al lado de la Sala Alfredo Pareja, cuyo funcionamiento, como buena parte de la propuesta de la CN, se paralizó durante la pandemia.

Coral también recuperó el histórico cargo de investigador que fue ocupado por mi persona entre 2017 y 2018, y luego por Paúl Narváez Sevilla entre 2019 y agosto de 2021, fecha en la que asumió la dirección a partir de la presidencia de Fernando Cerón, poco antes de que Coral terminara su período.

2021-2024 Paúl Narváez Sevilla

Paúl Narváez tomó las riendas de la CN durante la pos pandemia, y desde el comienzo se hizo notar, como parte del recambio generacional en la CCE.

Una de las primeras cosas que hizo fue modernizar la comunicación de la CN y fortalecer su presencia digital, que incluye un canal de YouTube en el que se han subido cerca de 50 películas ecuatorianas (una herramienta invaluable para la docencia), que de alguna manera reemplazó a la consulta pública que no ha vuelto a funcionar.

Durante su período Paul logró sistematizar el abultado catálogo y obtuvo importantes donaciones de material audiovisual, como el archivo audiovisual de la CONAIE. Además, por primera vez obtuvo fondos externos para actividades de la CN y presencia en eventos internacionales (APEX y FIAF).

También ganó nuevos espacios para las oficinas de la CN en el edificio de los espejos, y por momentos y entre estados de excepción, la Sala Alfredo Pareja tuvo una programación vibrante.

Durante su período se incorporó la destacada académica Karolina Romero, como investigadora de planta. Por todo esto su gestión se ganó el aprecio del medio cinematográfico.

TRES

El fin de semana del 24 y 25 de febrero, finalmente llegó el comunicado de Cerón, y luego el de Narváez.

En un escueto post de Facebook, Cerón justifica su decisión de retirar a Narváez por dos motivos: la no ejecución del presupuesto total de la CN, y la “ausencia de iniciativas” de extender la oferta de la CN a otros territorios y núcleos provinciales. Al final de su mensaje anuncia futuras mesas de diálogo para repensar la CN colectivamente. No menciona nada sobre cine, archivos o conservación.

En otro post de FB mucho más detallado, Narváez “responde” a las razones de Cerón, mencionando una convocatoria realizada al inicio de su gestión a núcleos provinciales que solo fue respondida por seis de 24 núcleos (solo Guayas y Pichincha cuentan con una representación de la CN). Por otro lado, utilizando cifras, explicaba cómo se había ejecutado el presupuesto del 2023, y cómo, a través de la búsqueda de recursos externos, se había logrado duplicar el presupuesto total de la CN, sobre todo para talleres e intercambios sobre temas técnicos de preservación fílmica y digital.

Finalmente, menciona cómo había puesto su cargo a disposición anteriormente cuando “Presidencia me había querido imponer dos perfiles de su círculo cercano para cubrir puestos técnicos”, una práctica habitual en la CCE.

Leyendo estos textos, parecería evidente que la decisión de retirar a Narváez se da más por motivos clientelares que técnicos. Es curioso que el desempeño de una cinemateca se juzgue por la cantidad de actividades fuera de su sede, cuando el trabajo de preservar, difundir y generar conocimiento a partir de estos materiales es mucho más complejo.

Además, las cinematecas nacionales, por varios motivos de concentración y conservación, históricamente han estado centradas en ciertas ciudades. Un ejemplo de esto es España, con una Filmoteca Nacional basada en Madrid, que incluye el archivo nacional y el Cine Doré, con programación diaria, y filmotecas regionales como la de Cataluña en Barcelona y en cada una de las regiones autónomas.

O sin ir tan lejos, Colombia, donde aparte de la monumental Cinemateca de Bogotá (municipal), existe la Cinemateca del Caribe en Barranquilla (privada), y la Cineteca Pública de Santander (fundación), cada una con un diferente modelo de gestión.

Efectivamente, va llegando la hora de repensar este tipo de instituciones y sobre todo, la forma de elegir a sus autoridades. La CN merecería que sus directores sean elegidos a través de concurso público, incluso para evitar cuestionamientos a las nuevas autoridades. Para esto, una de las mejores opciones como muchos han planteado, sería lograr la autonomía de la Cinemateca de la CCE (¿pero para pasar a dónde?), debate que está abierto y de alguna manera, en las manos de la nueva directora.

Quizá también haya llegado la hora de pensar en crear nuevos archivos audiovisuales en el país.

Javier Izquierdo es guionista y director ecuatoriano, ha realizado cinco películas premiadas en una decena de festivales. Es profesor titular de la UArtes.

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