Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación busca a su nueva autoridad

El Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación (IFCI) ha tenido problemas para consolidarse desde su nacimiento. En este momento el IFCI busca a una nueva autoridad —la sexta para ser precisos— para reencauzar los proyectos en marcha y trabajar por el fomento de las artes y la cultura, uno de los sectores que estuvo en jaque durante el confinamiento por COVID-19.

Por Ana María Crespo/ @laana_mary

El próximo 5 de septiembre de 2022 conoceremos a la nueva autoridad que dirigirá al Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación (IFCI). El concurso de mérito y oposición inició el 17 de junio a partir de la publicación de la convocatoria por parte del Ministerio de Cultura.  Tras la fase de apelaciones que se extenderá desde el 02 al 23 de agosto, fecha en la que se publicarán los resultados, se realizarán las entrevistas que permitirán definir quién ocupará el cargo.

El 3 de junio el Ministerio de Cultura anunció la separación de la entonces directora en funciones Lorena Robalino, decisión que se tomó en una sesión extraordinaria del Directorio en la que la exautoridad no fue incluida. Robalino denunció despido intempestivo, sin embargo, el Ministerio manifestó que esta dignidad está sujeta a remoción si la mayoría del Directorio vota a favor de esta causa.

Inestabilidad, la constante desde la creación del IFCI

El IFCI es una institución embrionaria, ya que nació apenas el 8 de julio de 2020 cuando Lenin Moreno mediante el decreto 1039 ordenó la fusión del Instituto de Cine Creación Audiovisual (ICCA) y el Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividad (IFAIC). En un comunicado, el Ministerio explicó que esta medida fue parte de una política de recorte presupuestario para enfrentar la crisis que atravesaba el Estado ecuatoriano.

Jan Vandierendonck fue su mentalizador y el primero en dirigir esta entidad —en ese entonces, Juan Fernando Velasco estaba a la cabeza del Ministerio de Cultura — y en su momento pidió disculpas por lo que a grandes rasgos se leía como un plan fallido.  Vandierendonck esperaba que la fusión   le permitiera brindar el mismo apoyo que el cine había recibido al resto de las artes, sin embargo lo que se consiguió fue debilitar lo alcanzado, hasta ese momento, en el área audiovisual. Con su renuncia denunció la informalidad de Velasco para comunicarse con su equipo de trabajo y los arbitrarios cambios que se solicitaban en canto al diseño presupuestario de las líneas de fomento. Además, destacó el pago impuntual y la reducción de su equipo de trabajo que los obligaban a trabajar jornadas más extensas.

Entrevista a Vandierendonck. Fuente: Antena Uno.

De inmediato, José Flores fue designado como director del IFCI y hasta la fecha, un total de tres directores ejecutivos más han ocupado el cargo. Por tanto, en un periodo de dos años, Lorena Robalino fue la quinta en asumir la dirección del IFCI y la primera en haber alcanzado este cargo mediante concurso de mérito.

Robalino se despidió de sus funciones con la creación de unas nuevas líneas de fomento[1], entre ellas está la de Rehabilitación social con un presupuesto de USD 450,000. Esta línea tiene como objetivo promocionar las producciones visuales y literarias de las personas privadas de libertad. Este programa se alinea al interés gubernamental de “fortalecer la política pública de rehabilitación social (2022-2025)”, a través del arte, de un sistema penitenciario colapsado y tomado por la violencia.

Otra de las líneas que se desarrollaron durante su tiempo de gestión fue la del Festival Internacional de Artes Vivas de Loja (FIAVL) 2022 que tuvo como resultado 41 propuestas beneficiarias. De esta forma, más de USD 200,000 se repartirán entre las categorías del FIAVL de programación nacional modalidad virtual y presencial, Escuela del Festival, y la programación nacional Camino a Loja.

La línea de Movilidad Internacional 2022 fue otra en las que se trabajó. Aquí se asignarán USD 6,725 a los postulantes que participarán en los siguientes proyectos: el Festival Jauría de Palabras (Javier Oquendo y Francisco Grijalva), Nada viene sin su mundo (Alejandra Zambrano) y Vancouver Writing Festival (Natalia García).

Qué se necesita para dirigir el IFCI

El mérito para ser director (a) ejecutivo (a) del IFCI se valora en tres aristas: título de tercer nivel afín a los objetivos y finalidades del instituto; experiencia mínima de siete años relacionada al arte e innovación, creatividad, cine y creación audiovisual y un año de experiencia en la gestión pública. Cada uno de estos ejes se valora con 5 puntos, así vemos que los tres mejores puntuados en esta convocatoria actual son: Andrés Delgado y Darío Brito, quienes comparten el mismo puntaje (13,75), y Javier Guananga (12,75).

Esta etapa no ha estado libre de comentarios y reclamos en redes sociales. Jonathan Cárdenas, ex director del Sistema Integral de Información Cultural (SIIC), también postuló para este concurso de méritos y oposición. Su reacción fue de sorpresa al saber que puntuó 0 para experiencia en la gestión pública. Al respecto Cárdenas dice: “Trabajé 8 años solo en el Ministerio (pedían 7 de requisito) y me ponen 0”.

Por otro lado, mediante su cuenta de Facebook, Fidel Intriago, director de la Casa de la Cultura Núcleo Manabí, hizo eco de su inconformidad al haber sido puntuado con 0 en la sección de formación profesional. Su nota final fue de 8,25, por lo que dijo que apelaría, pues tiene un título en Comunicación, mención Publicidad y Mercadotecnia, que de acuerdo a su criterio sí guarda cercanía con lo que exige el Ministerio de Cultura para calificar como director del IFCI.

Para Intriago el IFCI “se ha convertido solamente en una «cooperativa de crédito» es decir, en un repartidor de una limitada cantidad de fondos para quienes cumplen ciertos requisitos (llámese bases técnicas) y nada más que eso, sin comprender que el fomento va más allá de los fondos concursables” Con esta crítica, Intriago nos invita a reflexionar sobre la necesidad de repensar el actual modelo de gestión de las políticas de fomento de las artes y nos hace preguntarnos desde cuándo este ha sido la norma.

Un modelo de fomento que data de finales de los ochentas

La docente e investigadora en gestión Cultural, Paola de la Vega[2], ha rastreado el origen de los fondos como política de fomento para las artes en el país, respecto a lo cual indica que este sistema inició en 1984. En ese año, durante los últimos días en el poder de Osvaldo Hurtado se aprobó la Ley de Cultura y con ella, se dio pie a la creación del Fondo Nacional de Cultura (FONCA), administrado por el Consejo Nacional de Cultura.

Ahora bien, estos fondos se empezaron a repartir como préstamos rembolsables y no reembolsables en el gobierno de León Febres Cordero. Usamos el repartir y no asignar porque de acuerdo a de la Vega, no había parámetros técnicos que guiaran las asignaciones y era más un asunto de lobby político.

Tampoco hay sorpresas en que el fomento esté centrado en políticas que colocan a los actores artísticos-culturales en una dinámica de concurso. En relación a esto, de la Vega apunta que esta es una tendencia a nivel regional y que el Ecuador ha tomado el ejemplo de Chile y Colombia.

Al día de hoy la situación sigue siendo compleja: pocos recursos[3] para muchos artistas y gestores que forman parte del RUAC[4] —al 16 de junio de 2021, se contabilizaron 20,022 personas inscritas[5]— y que compiten en desigualdad de condiciones. De la Vega no teme decir que existen asimetrías simbólicas y culturales que ponen en desventajas a quienes pretenden acceder a los fondos.

El quid de la cuestión es hallar otras formas de reorientar las políticas públicas de fomento para que no generen beneficios económicos en grupos reducidos de actores culturales. No necesitamos proyectos que solo se diseñan para satisfacer los parámetros de la convocatoria y, una vez cumplidos, no tengan continuidad ni generen efectos medibles en la comunidad en la que se insertan. ¿Cómo se fomentan las artes entonces? Esperemos que el nuevo director (a) ejecutivo (a) del IFCI tome en consideración que, si bien no podemos prescindir de los fondos para impulsar la creación y la circulación de las artes, estos no pueden ser toda la apuesta de una institución cuyos presupuestos son finitos y están en riesgo constante.

Lo que sabemos es que la descentralización que tanto se ha perseguido y que Robalino decía era una de sus preocupaciones, sigue siendo una deuda. También sabemos lo que recoge De la Vega en su paper acerca de los fondos concursables: algunos artistas los llaman “los juegos del hambre”.

Notas al pie

[1] Las líneas de fomento del IFCI están orientadas a:  líneas transversales, artes literarias, artes audiovisuales, artes musicales, artes vivas, artes visuales, Teatro del Barrio 2022, Rehabilitación social  y Festival Internacional de Artes Vivas Loja.

[2] Léase Estado de la cuestión para abrir el diálogo: educación y condiciones de trabajo de artistas, gestores y otros trabajadores/as de la cultura en Ecuador a 2021, paper universitario de la autoría de Paola de la Vega.

[3] En 2021, se entregaron USD 1’128.000,00 A 52 proyecto. Consultado en: https://casadelacultura.gob.ec/postnoticias/primer-llamado-de-las-convocatorias-ifci-2021/.

[4] El RUAC existe desde enero de 2017, y se ampara en el artículo 10 de la Ley Orgánica de Cultura (LOC).

[5] Consulta el Boletín informativo del RUAC: https://www.culturaypatrimonio.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2019/10/Ruac-1_compressed.pdf.

 

*Ana María Crespo (1990). Editora, ciclista y lectora amateur en el sentido etimológico. Colaboradora del Instituto Latinoamericano de Investigación en Artes.

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