Por Tamara Oviedo en la asignatura Economía de la Cultura: violinista y estudiante de Artes Musicales en la Universidad de las Artes. Forma parte de la Orquesta Filarmónica de Santa Elena, donde se ha destacado por su interpretación sensible y rigurosa del repertorio clásico y contemporáneo.
Un país sin políticas culturales: el vacío tras la eliminación del Ministerio de Cultura y Patrimonio
En Ecuador, tras la reciente fusión del Ministerio de Cultura y Patrimonio con el Ministerio de Educación como parte de la reestructuración ministerial propuesta por el presidente Daniel Noboa, se ha desatado una ola de incertidumbre en el sector artístico y cultural. Dicha decisión se mantiene en debate y es objeto de crítica por parte de artistas y gestores, quienes califican la reforma como “improvisada” y “antitécnica”. La absorción del Ministerio de Cultura y Patrimonio vulnera no solo la autonomía institucional, sino también los derechos culturales garantizados por la Constitución. Como menciona Fernando Cerón, presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana:
“Cultura no es lo mismo que educación, y requiere políticas específicas, articulación territorial y recursos claros” (Salazar, 2025)[i].
Precariedad como norma
El estudio de la precariedad laboral en el sector artístico (UNESCO, 2021) revela que un alto porcentaje de artistas se encuentra en condiciones de informalidad, con bajos ingresos y falta de estabilidad. Esto se traduce en la necesidad creciente de asumir empleos fuera del ámbito cultural para asegurar la supervivencia económica, fenómeno que entrevistados como Daniel Echeverría, músico y gestor cultural, describen como “una constante lucha para mantener la vocación artística en medio de la presión económica”.
La UNESCO, según su estudio sobre la precariedad laboral en el sector artístico, muestra que un alto porcentaje de artistas se encuentra en condición de informalidad, lo que incluye bajos ingresos, falta de estabilidad y riesgo en la planificación de jubilación por la falta de aportaciones al IESS. Esto lleva a una creciente necesidad de asumir empleos fuera del ámbito cultural para sobrevivir económicamente. Daniel Echeverría, músico y director de orquesta, lo describe así:
“Una constante lucha para mantener la vocación artística en medio de la presión económica”.
Frente a la carencia de institucionalidad y políticas culturales
Esta situación, evidencia una creciente limitación en la capacidad de los artistas para producir, difundir y vivir de su arte.
“Si no hay un ente rector especializado, no hay quien articule los esfuerzos. Los institutos pueden seguir entregando recursos, pero ¿quién va a coordinar, evaluar y liderar el sistema nacional de cultura?”, afirma Pabón, coordinadora de la Red Ecuatoriana de Cultura Viva Comunitaria.
Esta carencia se traduce en el abandono y la dispersión del sector.
Orquestas sin presupuesto: la autogestión como sacrificio
Daniel Echeverría reconoce una lucha común en el medio cultural ecuatoriano. Como excolaborador de la Casa de la Cultura Núcleo Santa Elena, recuerda cómo debía dividir su salario con sus músicos:
“No había un rubro destinado a la orquesta, así que, o compartíamos lo poco que había, o la música moría”.
Echeverría personifica al artista que sobrevive más por terquedad que por apoyo estructural:
“Lo hice por amor, pero también por rabia. La cultura en este país siempre ha sido una deuda pendiente”.
Según el investigador George Yúdice:
“El arte ya no solo se valora por su función estética o crítica, sino por su capacidad de insertarse en la economía de mercado”.
Esta lógica instrumental ha dejado a los artistas que no encajan en dinámicas rentables a merced de la precarización o la docencia.
El desplazamiento del creador: entre vocación y sobrevivencia
En América Latina, los trabajadores culturales mantienen empleos plagados de informalidad e inestabilidad. En Ecuador, la situación se agrava por el desmantelamiento de sus instituciones o redes de apoyo cultural, creando una fragmentación territorial en la gestión artística. La eliminación del Ministerio genera incertidumbre en el sector cultural tras su fusión con Educación.
El espacio público, entendido no solo como espacio físico sino también simbólico, es el lugar donde se ejerce la ciudadanía y se materializan las tensiones sociales. Sin embargo, la inseguridad y el miedo actúan como factores que clausuran esos espacios, limitando la participación cultural y social. Nathalie Valdés, actriz y gestora guayaquileña, ejemplifica esta realidad al narrar cómo la violencia y la inseguridad afectan su cotidianidad e incluso restringen el acceso a la cultura (teatros, conciertos, exposiciones):
“He tenido que cancelar proyectos por razones de seguridad. Yo no me movilizo después de las seis de la tarde”.
Frente a este escenario, Adriana García, artista visual y docente, aporta una perspectiva distinta. Ve su necesidad de dedicarse a la docencia como un rol fundamental para fortalecer la educación artística en las nuevas generaciones, ofreciéndoles herramientas para apropiarse de su ciudad y de la cultura urbana desde una mirada crítica y formativa:
“La docencia es la esperanza para enseñar a las nuevas generaciones a amar el arte y a entender que la cultura no solo es un producto, sino una forma de vida que nos conecta y nos hace libres”.
El énfasis en la educación como espacio de resistencia y reconfiguración cultural es clave para crear políticas que fortalezcan la institucionalidad cultural, garantizando un acceso equitativo a bienes culturales, incluso frente a cambios administrativos o incertidumbre estatal. Es abrir un espacio para que los artistas y artesanos puedan reforzar las bases de su arte, porque uno de los riesgos más invisibles es la naturalización del abandono artístico.
Pozo, García y Echeverría coinciden en la premisa de la pérdida progresiva de la identidad creadora:
“Lo más duro no es trabajar en otra cosa. Lo más duro es que un día dejas de escribir y ni siquiera lo notas”, confiesa Pozo.
Existe una renuncia tácita que revela una crisis: la desconexión entre el arte como derecho y el arte como posibilidad. Porque hay una violencia silenciosa cuando te obligan a elegir entre sobrevivir y crear.
Una urgencia pública
Lo que emerge del testimonio de artistas, docentes y gestores no es solo una denuncia ante la precariedad estructural, sino también una advertencia sobre el riesgo de silenciamiento que se cierne sobre el arte en Ecuador. La eliminación del Ministerio de Cultura no es solo una reforma administrativa: es una señal del desinterés estatal por garantizar condiciones dignas para el desarrollo de proyectos culturales, el progreso de artistas y artesanos, y, sobre todo, para la construcción de memoria colectiva.
Aun frente al cansancio y la desilusión que emergen cuando se disuelve la institucionalidad y se desmantela una estructura que sostiene la vida creativa digna, hay quienes transforman esa violencia en resistencia. La docencia, la autogestión y el arte comunitario se presentan como formas de lucha. La creación artística merece —y exige— políticas públicas sostenibles, con recursos destinados a brindar seguridad y desarrollo a estos espacios vivos.
Los artistas, artesanos, gestores y comunidades necesitan de un Estado que entienda que la cultura es la columna vertebral de una sociedad democrática. Porque en un país donde el arte huye para sobrevivir, defenderlo no es un privilegio: es una urgencia política.
Bibliografía
[i] Salazar, Andrés. Eliminación de ministerio genera incertidumbre en el sector cultural tras fusión con
Educación. Primicias, 28 de julio de 2025. https://www.primicias.ec/politica/incertidumbre-sector-cultural-fusion-educacion-ministerio-cultura-notificacion es-empleo-101697/.
Habermas, J. (1991). The Structural Transformation of the Public Sphere: An Inquiry into a Category of Bourgeois Society. MIT Press.
Rodríguez, Alain Basail. Reseña de Yúdice, George, 2002, El Recurso de la Cultura. Usos de la Cultura en la Era Global, Editorial Gedisa, Barcelona. LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos 5, no. 1 (2007): 213–19. https://doi.org/10.29043/liminar.v5i1.245.
Fotografía
Imagen tomada de la cuenta oficial de Facebook de la Sede Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.