El Museo de Arte Antropológico y Contemporáneo cumple 20 años de traspiés

Por Thalíe Ponce

Hace 20 años se inauguró el Museo de Arte Antropológico y Contemporáneo (MAAC), un proyecto que se fragmentó antes de consolidarse. Al menos hasta hoy, cuando, finalmente, parece retomar su rumbo. 

El edificio que alberga a una de las colecciones más vastas del país, se comenzó a construir en 1999, desde la Dirección Regional de Programas Culturales del Banco Central del Ecuador, que entonces estaba a cargo del arquitecto urbanista Freddy Olmedo Ron.

El proyecto trasladaría 50 mil piezas arqueológicas de la época precolombina de la costa ecuatoriana y a la colección de arte moderno y contemporáneo de casi 4.000 obras de artistas nacionales y latinoamericanos, que en ese entonces eran parte de la reserva del Banco Central en el antiguo edificio en 9 de octubre y Antepara, a un edificio al pie del río Guayas. Este nuevo edificio tiene la forma de una balsa de la cultura manteña huancavilca. Desde su forma y su ubicación geográfica, el MAAC pretendía ser el repositorio que diera vida a una de las colecciones precolombinas y modernas más importantes del país. 

“El MAAC fue el primer Museo del país diseñado con los criterios arquitectónicos y con las especificidades técnicas necesarias para funcionar como un museo de arte contemporáneo”, dice el artista Saidel Brito en una entrevista

Su construcción estuvo a cargo de la Fundación Malecón 2000, como parte del proyecto de Malecón que le daría vida a todo el segmento que se conocía como Paseo de las Colonias en un proceso al que la alcaldía social cristiana, en esos años a cargo de Jaime Nebot, denominó “regeneración urbana”. 

La Fundación entregó la infraestructura al Museo por un comodato a 100 años plazo, contrato en el que el Museo debe pagar mensualmente una alícuota de casi $40.000 dólares mensuales, que a lo largo de estos años también ha sido utilizada como bandera política de las constantes disputas entre el gobierno de turno y la alcaldía local, pues cada vez que se evidencia el deterioro del Museo —evidente en todo el Malecón 2000—, el Municipio toma acciones que hasta ahora han ido desde su clausura hasta la suspensión de la seguridad en las inmediaciones del Museo. 

Durante estos 20 años, la alícuota que paga mensualmente el Museo a la Fundación Malecón 2000, se ha sumado a problemas de infraestructura, orden de personal y falta de presupuesto que pudieran cumplir la gran promesa de la balsa que dinamizara el arte contemporáneo en una ciudad.

Sin embargo el proyecto comenzó a tambalear un año antes de su inauguración, en 2003, con la salida de su mentor, Freddy Olmedo. Su inauguración, el 30 de julio de 2004, ya advertía la ausencia “de competencias técnicas, intelectuales, constructoras de valor y productoras de conocimiento”. 

Así lo dice Lupe Álvarez, historiadora de arte radicada en Ecuador hace más de 20 años, en una entrevista con Paralaje, una plataforma de registro de arte creada por la actual directora del Museo Nacional, Ana Rosa Valdez

Álvarez sostiene en esta entrevista que en 2004, cuando preparaba una de las exposiciones inaugurales del MAAC, junto a la también historiadora de arte María Fernanda Cartagena, levantaron información sobre las necesidades técnicas del Museo y los primeros estudios de lo que sería el guión museológico de la sala para las colecciones de arte moderno pero, según Álvarez, esta fue mal recibida.

El MAAC arrastró algunos problemas de la burocracia del Banco Central que prefería sostener los procesos del viejo museo, pues según Álvarez “había mucha reticencia a cambiar métodos de trabajo y la profesionalización de los museos exigía una mutación de fondo en la que había que decir muchas cosas que no se querían escuchar, y rebuscar en folders que era preferible que se dejaran ahí. Todo se percibía como amenaza a la comodidad del establecimiento y no como una transformación necesaria a la que había que incorporarse”.

A aquella ausencia que el proyecto inicial, a cargo de Olmedo había ofrecido, se profundizó cuando se creó el Ministerio de Cultura y Patrimonio, en 2007. Esta entidad ejerce la rectoría del Sistema Nacional de Cultura, establecido en la Constitución de 2008. 

Pero aquella rectoría no dio cuenta de las demandas que tenía el Museo. Al contrario, planteó su reformulación desde una visión proselitista alineada al poder de la época. El Museo de Arte Antropológico y Contemporáneo se transformó, como otros espacios culturales del país, en el Centro Cultural Simón Bolívar. La nueva asignación fue cuestionada por el sector cultural, pero defendida políticamente por la idea de que aquello era el nombre de todo el recinto, que comprendía el cine, la explanada y el museo. Aún así, el MAAC nunca dejó de llamarse MAAC. 

Y a pesar de los bombos y platillos con los que llegó el Ministerio, su rectoría profundizó las ausencias con la dependencia económica de Quito, al menos hasta 2017, cuando el Museo se convirtió, finalmente, bajo el amparo de la Ley de Cultura, en una unidad de gestión desconcentrada. Esto quiere decir que a penas durante sus últimos siete años de existencia, el Museo ha podido gestionar con autonomía su propio presupuesto, lo cual tampoco ha cubierto, necesariamente, las ausencias que menciona Álvarez. 

Desde 2007 hasta la actualidad, el Museo ha trabajado en distintas exposiciones que pretenden poner en circulación su reserva. Una de ellas fue Erotopías, curada por Cristobal Zapata e inaugurada en 2014, cuando Paco Velasco era Ministro de Cultura. Esta muestra, que dio vueltas por distintos museos del país, pretendía integrar —en palabras de Alexandra Kennedy Troya— “sin pudor alguno autores y lenguajes contemporáneos en la que se aprecia el uso de otros medios artísticos como el video, medios mixtos o la fotografía, y, sobre todo, otros abordajes bajo una noción expandida de erotismo. Esto, de acuerdo con Zapata, como curador, significó “no solo aquello que pasa con los cuerpos, sino los lugares donde habita el deseo o desde los cuales los cuerpos elaboran su deseo”.

Pero en esos mismos años en los que se pretendía consolidar la existencia del Ministerio de Cultura como ente rector, el MAAC empezó a ver atisbos de su deterioro en la infraestructura: la humedad de una ciudad como Guayaquil comenzó a pasar factura, el aire acondicionado se dañó y los más grandes esfuerzos expositivos estuvieron acompañados de un ventilador, que finalmente encontró presupuesto para su arreglo en primera gestión elegida por concurso público, a cargo de Stephanie García Albán. 

Pero la construcción del proyecto Aerovía, a cargo del Municipio de Guayaquil, en 2020, dejó daños más profundos en el Museo; daños que abrieron nuevas grietas para un museo que asigna gran parte de su capital a una alícuota de ocupación.

En marzo de 2024 una petición en la plataforma Change.org pedía salvar al MAAC y su reserva. Para entonces, uno de los peligros a cuestas era el fenómeno de El Niño y una reserva sin impermeabilizar y con fisuras que se empezaron a abrir cuando el Museo pretendía acuñar nuevas exposiciones como la retrospectiva de la Artefactoría en Guayaquil o los diálogos sobre erotismo en el arte ecuatoriano. La petición no llegó a nada hasta junio, cuando la actual directora del Museo, Stephanie García dijo en una entrevista que una de las soluciones para el Museo sería buscar un nuevo espacio. 

Esta declaración abrió una disputa que volvió a poner al MAAC en el centro de un conflicto político: el alcalde Aquiles Álvarez anunció que pediría la competencia del Museo y casi de inmediato el Ministerio de Cultura abrió la posibilidad de invertir en los daños de infraestructura que ha tenido el sitio por años. 

La ministra de Cultura, Romina Muñoz, dijo en una entrevista con Diario Expreso que estos cambios no se limitan a la infraestructura, “sino también a un cambio de equipamientos para mejorar las condiciones de la reserva del museo, que tiene cientos de bienes”. Finalmente, con una inversión de $422.000 dólares, el MAAC resolvería una parte de sus conflictos en octubre de este año. 

 

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