Si bien las y los trabajadores de la cultura siguen esperando cambios estructurales en el sector cultural, el 2022 fue un año en el que la cultura -sin duda- fue terreno de pugnas, discusiones y lleno de movimiento. En los siguientes párrafos está dispuesta una revisión reflexiva y crítica de la política cultural que durante el 2022 determinó el campo cultural en el que las y los trabajadores de la cultura se desarrollaron.
Por Aarón Fuentes* / @aaronamaro_
En el conversatorio alrededor del libro “Observar la cultura: estructuras, crisis y pandemia”, en el marco de la FIL – Quito, el presidente de la Sede Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el Secretario de Cultura de Distrito Municipal del Quito y el director ejecutivo del Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación (IFCI) declararon que aún existen varios desafíos que el sector cultural debe seguir enfrentando durante el 2023. La falta de claridad de roles de las entidades del Sistema Nacional de Cultura (SNC) basada en la ausencia de voluntad política sobre la Ley de Cultura persiste, y complica la generación de condiciones óptimas para las y los trabajadores de la cultura. La reducción permanente de los recursos sigue atentando en contra del funcionamiento del SNC, provocando retrocesos en la modernización y mantenimiento de los espacios y en su constitución administrativa.
En este sentido, una de las políticas que sí parece funcionar y tener continuidad desde una de las entidades del SNC, son las líneas de fomento. Las impulsadas por el Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación fueron: Teatro del Barrio, Composición Bicentenaria, Cultura Viva Comunitaria, Procesos de Creación de Artes Escénicas y Artes Vivas, Festival Internacional de Artes Vivas de Loja, Movilidad Internacional y Rehabilitación Social; en donde se invirtieron 6,8 millones de dólares, según la página web del Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCyP). Sin embargo, habría que cuestionar el papel de estas líneas de fomento que, además de aumentar la competencia por los recursos, precariza el trabajo de los artistas y gestores, como establece la investigadora, docente y gestora cultural, Paola de la Vega.
El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) también impulsó la reactivación del sector a través de Líneas de Fomento de Patrimonio agroalimentario, artesanía tradicional, investigación y arquitectura vernácula. Esta misma entidad, indujo, por primera vez, el desarrollo de proyectos dirigidos a temas de memoria social y patrimonio cultural. La página del MCyP asegura que en estos proyectos se invirtió 1,8 millones USD. Por otro lado, el INPC construyó el Plan de Fortalecimiento Institucional de Patrimonio, un recurso bibliográfico enfocado en la preservación, mantenimiento y difusión del patrimonio arquitectónico cultural, y puesto a disposición de los GAD en aras del “garantizar la eficiencia de los procesos”. ¿Están los técnicos de cultura de los GAD capacitados para seguir este plan? ¿Cuentan los GAD con programas de capacitación y formación para sus técnicos de cultura? A pesar de tener un plan que indica la hoja de ruta del tratamiento con el patrimonio, es importante considerar los cuestionamientos antes planteados y que las propuestas, por más interesantes que sean, no se queden en el papel, como sucede análoga y sistemáticamente con la Ley de Cultura.
El 2022 también deja varios puntos de partida impulsores de posibles cambios para el sector. Entre ellos, la primera encuesta nacional enfocada en medir los hábitos lectores, prácticas y consumos culturales en la población ecuatoriana, realizada desde el Sistema Integral de Información Cultural y concebida como una herramienta que podría contribuir a nuevas propuestas de investigación y de construcción y fortalecimiento de políticas públicas.
El año comenzó con la materialización de una de las políticas más importantes para el sector: la deducibilidad del 150% en la conciliación tributaria para empresas y personas que financien propuestas relacionadas con el arte y la cultura. A pesar de haber estado ya vigente la ley que establece este incentivo, no fue hasta marzo del 2022 que la actual ministra de cultura delimitó la normativa que los gestores y artistas deben seguir para acceder a él. Según la página del MCyP, el Gobierno Nacional entregó 189 avales por un monto de 20’981.999 USD. En este sentido, teniendo en cuenta la magnitud de esta cifra, habría que analizar en qué han consistido los financiamientos que han dado pie a la generación del monto de estos 189 avales.
El Ministerio de Cultura también da cuenta sobre eventos realizados y número de visitantes a distintos espacios. Durante el 2022, 2,4 millones de personas visitaron 17 museos, 14 bibliotecas, hicieron uso de 8 archivos y asistieron a 690 actividades artísticas y culturales. Sin embargo, es necesario pensar qué tanto se habla de mecanismos apropiados de formación de públicos teniendo en cuenta que desde el Ministerio se sigue pensando en la realización de eventos y actividades culturales como uno de los protagonistas de la escena cultural gestada desde el Estado.
Por otro lado, el rol de los distintos espacios de la Universidad de las Artes fue protagónico durante el año. El 2do Encuentro de Políticas y Economía de la Cultura, el 1er Mercado de las Artes de Guayaquil Edición Artes Musicales y Escénicas, el 7mo Encuentro Iberoamericano de Arte, Trabajo y Economía «Construir un Nosotros» (coorganizado entre Arte Actual FLACSO y la Universidad de las Artes) y el Taller de Periodismo Cultural fueron cuatro momentos en los que convergieron destacados representantes del sector a nivel nacional e internacional y que marcaron hojas de ruta específicas en beneficio de los y las trabajadoras de la cultura.
Como se evidenció este año, los espacios y momentos de diálogo son cruciales para que todos los actores (artistas, funcionarios, gestores, etc.) del sector estén en sintonía y logren combatir aquella falta de comunicación que históricamente los caracteriza y lograr objetivos en conjunto. Evidentemente, los diversos ámbitos que condicionan al sector de la cultura (legal, institucional, académico o económico) necesitan pensarse desde una postura holística; considerar que uno de estos aspectos está separado del otro es reincidir en antiguas y descontextualizadas formas de entender los procesos detrás de las manifestaciones estéticas de una sociedad. El Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura sigue abordando el campo cultural desde el análisis, la reflexión y la crítica, en aras del mejoramiento de las condiciones de los y las artistas y gestoras culturales.
Infografía
Fuente: Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura
Foto de portada: Sebastián Ávila, @sebastian_avila98
*Aarón Fuentes. Estudiante de Artes Musicales y Sonoras – Universidad de las Artes. Bachiller en Música – Piano por el Conservatorio de Música Antonio Neumane. Investigador del Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura.
*Esta es una colaboración para la redacción de Cultura en Renglones.
*Las opiniones expresadas en este texto son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan la posición del Observatorio.
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