Los cineastas del Ecuador demandan la inconstitucionalidad del decreto que extinguió al Instituto de Cine y de Creación Audiovisual.
Por Mariuxi Alemán
El 24 de junio pasado, la Corte Constitucional admitió a trámite la demanda de inconstitucionalidad que una serie de gremios del sector cinematográfico ecuatoriano habían presentado en contra del Decreto Ejecutivo 1039. Este decreto fue dictado en mayo de 2020 por el ex-presidente Lenín Moreno, mediante el cual se extinguió el Instituto de Cine y Creación Audiovisual (ICCA) y el Instituto de Fomento de las Artes y la Creatividad (IFAIC), fusionando sus competencias en una nueva entidad denominada Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación.
La problemática que ha generado el Decreto Ejecutivo 1039 para quienes trabajan en sector audiovisual en el Ecuador, no es solamente lo que ocurre alrededor de la fusión entre el ICCA y el IFAIC, sino que deja entrever la precariedad que ha vivido el país en términos de arte y cultura. Antes de poder avanzar en este asunto debemos entender la cronología y reconocer que, aunque el camino no ha sido perfecto, es la ruta que se emprendió y que hoy nos permite empezar una discusión más clara y frontal sobre cuáles son las políticas culturales para fomenten la creación audiovisual en el país.
El Ministerio de Cultura fue creado en el 2007, en ese mismo año ve la luz el Consejo Nacional de Cinematografía (CNCine), que había sido creado en virtud de la Ley de Fomento del Cine Nacional, de 2006. Diez años después se promulgó la Ley de Cultura (2016), la misma que transformó al CNCine en ICCA. El impacto que tuvieron el CNCine y el ICCA en el desarrollo del sector fue positivo en términos generales, pues antes de la creación de estas entidades se estrenaba una película nacional independiente al año, y poco después el promedio aumentó significativamente a alrededor de 20 películas anuales. Lo que hace evidente la necesidad de un Instituto dedicado a fomentar el cine, que entienda las lógicas de producción que tiene el sector audiovisual.
La fusión y el nacimiento del IFCI
La fusión del ICCA con el IFAIC dio como resultado el IFCI: Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación. El Decreto Ejecutivo 1039 fue promulgado en la administración de Moreno, quien tuvo 3 ministros de cultura en un periodo de 4 años. El decreto 1039 se ejecutó en mayo del 2020 y fue el cantautor Juan Fernando Velasco, Ministro de Cultura, quien estuvo a cargo y admitió que esta fusión se debía principalmente a que el ICCA “…está mejor organizado y ha realizado sus funciones de manera más eficiente en relación al IFAIC”. Uno de los objetivos de esta maniobra fue reducir costos al país (cifra que fue cambiada varias veces, pues se empezó hablando de $130.000 para después pasar a $600.000 de ahorro). Esta decisión nos deja ante una de las primeras interrogantes, ¿si el IFAIC no funcionaba como esperaban, la responsabilidad no es del mismo Ministerio de Cultura?
Seguramente, en más de una conversación hemos escuchado en son de broma que “en Ecuador vivimos en un estado de decepción”, y no es para menos. El país, en manos de Moreno, en lugar de producir espacios seguros para la creación artística comenzó a bloquear las vías de crecimiento del sector y no solo durante la pandemia. Pocho Álvarez, documentalista, dice: “El Ecuador tiene derecho a soñar, a elaborar sus propios imaginarios. El cine es una de las vías más amplias no solo para soñar, sino para generar pertenencia, para generar identidad, para creer en la diversidad, para poder abrazar al otro”. Quizá por eso, el Estado conducido por Moreno pareció asumir lo peligroso que pueden ser las imágenes y ¿es por esto que comenzó a cuartearlas?
Manolo Sarmiento, documentalista manabita y docente de la Universidad de las Artes, señala que la demanda de inconstitucionalidad del decreto 1039 es una forma de exigir al Estado políticas claras para estimular el desarrollo de las artes, para ser una sociedad más política, más madura. Se requiere personal capacitado para asumir los puestos en el sector burocrático-cultural que entienda las necesidades y las especificidades de cada área. El cine no es más importante que las otras artes, dice Sarmiento, pero tiene una especificidad que demanda una gestión especializada. ¿Por qué oponerse a la fusión?, le preguntamos, recogiendo las preocupación de muchas personas y ante la cual no tenemos una respuesta, sino varias.
El cine es un sector con sus propias dinámicas
Las lógicas de producción a las que responde el cine son muy diferentes a las otras artes, desde sus presupuestos, líneas de trabajos, contratación de personal, procesos de creación, manejos de equipo. El sector audiovisual es una industria en la que se invierte un fuerte capital, aunque esa inversión en Ecuador no representa ni el 10 % de lo que se invierte en una película independiente estadounidense promedio: hablamos de cifras que rondan los $300.000 para un largometraje de ficción vs. un mínimo de $10’000.000 en películas independientes de los EEUU. El presupuesto de ayudas a la producción de películas que administró el CNCine primero y el ICCA después nunca superó los dos millones de dólares anuales (en el mejor de los casos). Sin embargo, estas ayudas permitieron que se terminen producciones que han representado al país internacionalmente como La Mala Noche, Alba, La playa de los Enchaquirados, entre otras. Y si bien la nueva entidad, IFCI, ha anunciado que conservarán estas ayudas, la desaparición del ICCA hace temer que también desaparezcan las políticas que la entidad impulsaba. ¿Por qué botar por la borda años de trabajo para la construcción de unas bases para que los creadores, productores, artistas o quienes apuestan a estimular una sociedad más democrática desde el arte tengan mejores condiciones laborales?
Con esta breve introducción, ahondaremos más en estas cuestiones con una entrevista que le hicimos al cineasta Manolo Sarmiento:
1) ¿Cuáles han sido los principales aportes que la institucionalidad del audiovisual ha aportado al cine y audiovisual ecuatoriano?
El CNCine y el ICCA han hecho posible que se desarrolle en el país un sector de producción de cine independiente y que numerosas películas puedan ver la luz e incluso ser viables financieramente. Esto es muy importante para el país pues se enriquece nuestra vida cultural, se amplía el ámbito de los intercambios simbólicos, se protege y estimula la libertad de expresión. Para muchas personas jóvenes que desean dedicarse al audiovisual ahora es una opción crear contenidos originales, en ficción y documental, que tengan alto valor agregado, y pensar en divulgarlos en televisión, cine o plataformas, y ser remunerados por eso. Anteriormente la única perspectiva que se tenía era trabajar para un canal de televisión o hacer publicidad.
2) Admitiendo que el funcionamiento del ICCA (y del extinto, CNC), no era perfecto ¿Por qué interponer una demanda para reestablecer el aparataje institucional precedente? o, dicho de otra manera, ¿Cuáles son las afectaciones que podría generar la eliminación del ICCA?
En primer lugar, porque debemos demandar el respeto de la ley. La Ley de Cultura fue el resultado de un amplio debate, no es una ley perfecta, pero en ella se tomaron en cuenta muchas experiencias y opiniones, y fue resultado de una votación mayoritaria en el parlamento. Eso, en nuestro sistema jurídico, tiene un valor: la ley está vigente y solo puede ser reformada siguiendo el procedimiento que la constitución establece.
Lo segundo es que la decisión es perjudicial para el país. El exministro Velasco reconoció el año pasado que la experiencia del ICCA era muy positiva, sus resultados muy destacados, así como su eficiencia administrativa… en un país con una institucionalidad tan débil, eso es un mérito, un enorme valor. Si hay una entidad pública que cumple sus metas y es provechosa para el país, ¿por qué desaparecerla? No tiene ningún sentido.
El debate de la Ley Orgánica de Cultura dejó muy en claro que el cine y el audiovisual es un ámbito de la cultura diferenciado del llamado “fomento de las artes”, porque involucra otros aspectos relacionados con el mercado, con la tecnología, con los negocios, a la vez que con el arte y la libertad de expresión. En el fomento del cine y el audiovisual intervienen aspectos empresariales, de coproducción, de intercambios y relaciones con una industria multimillonaria y transnacional. Al rebajar su gestión al nivel de la “subdirección” de una entidad especializada en el “fomento de las artes” en general, le quita capacidad de gestión. El ahorro en recursos públicos es irrisorio y el perjuicio muy grande.
Además, porque el cine y audiovisual es un campo especializado y distinto del fomento de las artes. ¿Qué competencias debería demostrar la persona que tome a cargo el IFCI? Según el actual reglamento debe ser una todóloga, experta en producción y distribución de cine, en artes vivas, en música y en arte popular. Las personas que dirigen los institutos de cine en Argentina, Colombia, Chile, México, son expertas en el arte del cine, pero también en mercados internacionales de cine, en presupuestos de películas, en temas de tecnología del audiovisual. El cine es un ámbito de la propiedad intelectual con una enorme capacidad de retorno financiero. El taller de guion que damos en la Escuela de Cine de UArtes es potencialmente más rentable para el país que una clase de altas finanzas en la Facultad de Economía. Los estudiantes de ese taller tienen el potencial de hacer obras de arte rentables con solo poner a volar su imaginación y su sensibilidad y poner al servicio de sus ideas y de sus emociones las técnicas adecuadas. Pero el cine no es solo eso, obviamente. El cine es diversidad y es libertad de expresión y es democracia. Piensa en el país que seríamos si creáramos no diez películas al año, sino cuarenta, y otras cuarenta series, de todos los temas, de entretenimiento, documentales de investigación, cine arte, películas en lengua quichua, en shuar, cine político… imaginemos todo lo que eso generaría en la mente de la juventud, en el debate público, en nuestro entretenimiento cotidiano. Imágenes que podrían ver en todo el mundo personas como nosotros. ¿Merece la pena desaparecer el ICCA para ahorrar 600 mil dólares cuando lo que ICCA puede generar para el país es mucho más y otro tanto en intangibles como la democracia y un debate cultural pluralista y audaz que sacuda nuestras conciencias? Es una locura.
4) ¿Qué es lo que se ha obtenido con la aceptación del recurso de inconstitucionalidad por parte de la Corte Constitucional, y qué camino debería seguir el para que se efectivice lo solicitado? ¿Cuánto tiempo podría tomar?
La Corte va a estudiar el caso, ahora tendremos que oír cómo defiende ese decreto el gobierno del presidente Lasso, que tiene también la opción de allanarse y reconocer que el decreto es indefendible desde el punto de vista jurídico. Es lo que yo le recomiendo al presidente, de hecho, que se allane a la demanda. Por nuestra parte, vamos a pedir a expertos en el tema audiovisual en toda América Latina que se pronuncien en apoyo a la demanda, para que ayuden a los jueces constitucionales a tomar su decisión final. Esperamos que al cabo de un año podamos contar con una sentencia que ratifique la plena vigencia de la Ley de Cultura y, en consecuencia, devuelva su personería jurídica al ICCA.
5) Desde la perspectiva de los poderes públicos, y en específico del Ejecutivo, ¿Qué deberíamos esperar o más bien cómo debería prepararse para un escenario en que esta demanda tenga que restablecerse institucional y administrativamente un instituto del audiovisual ecuatoriano?
El nuevo gobierno debería allanarse a la demanda, pero si no lo hace, una sentencia a nuestro favor sería una magnífica noticia para el presidente Lasso, porque tendría en sus manos una herramienta institucional capaz de generar muchas “oportunidades”, como es su slogan, para el país. Llegados a ese punto, el gobierno podría invitar a quienes conforman el sector y a los expertos en la materia a discutir cómo potenciarlo, cómo mejorarlo, cómo ponerlo al servicio de la democracia y de la bella, libre y rebelde imaginación creativa de la juventud de nuestro país. Estar a la altura de esas capacidades es algo que ningún gobierno ha logrado hasta ahora, y la juventud nos lo hará saber tarde o temprano.