Trabajadores de la cultura: panorama de un sector en crisis

Por: Nicolás Esparza

A propósito de la crisis en distintos niveles por Covid-19 en el país, se ha evidenciado cuán precarizado está el sector cultural y de las industrias creativas, pues a pesar de la insistencia de los planes de gobierno para fomentar la dinamización de la cultura, la pretendida reactivación económica aún no logra implementarse. El sector no ha podido superar problemas estructurales cuya gravedad incide en la calidad de vida de los trabajadores de la cultura: el pluriempleo, la precarización de los ingresos y, sobre todo, el efecto devastador de la pandemia por Covid-19 han deteriorado sobremanera las condiciones de vida de quienes participan en las industrias creativas y culturales.

 El 9 de julio pasado, el ministro de Producción y Comercio Exterior, Julio José Prado, anunció una serie de medidas arancelarias para fortalecer el sector productivo, agrícola y, por extensión, las industrias culturales, según el Decreto 68, expedido un mes antes. Para ello, se implementó la reducción de aranceles en equipos digitales del 25 % al 5 %. Asimismo, el 12 de agosto se anunció el lanzamiento de Teatro del Barrio, una línea de fomento de proyectos culturales para aliados estratégicos, con un monto de $1.274.844,00 para los beneficiarios. En lo que va del año, apenas once procesos a nivel nacional han podido recibir la ayuda , según un comunicado oficial del IFCI, del 22 de septiembre. Estos fondos se encuentran disponibles hasta que se agoten en su primera fase, es decir, que no existe certeza de que sea un presupuesto que se renueve para que el proyecto pueda ser de largo alcance. Sin embargo, la realidad que el Teatro del Barrio enfrenta es la herencia de las devastadoras cifras del 2020 y que se evidencian en   la primera encuesta de condiciones laborales desarrollada por el Observatorio de Economías y Política de la Cultura. Su análisis nos muestra que el 51 % de los trabajadores de este campo se ven obligados a tener más de un empleo para poder generar ingresos, lo que significa una carga laboral de más de cuarenta horas semanales. Aún más grave se manifiesta la realidad en la que el 42 % de los trabajadores no logra percibir el salario básico.

Por ende, a pesar de las medidas del gobierno, el encuentro entre los trabajadores y una mejoría en sus condiciones de vida dista aún de ser una realidad, la cual se ha agravado a partir de la pandemia. Esto coincide con el decrecimiento que se evidenció en las inversiones tanto a nivel privado como en el sector público, así como en la reducción de consumo de bienes y servicios culturales, lo que representó un golpe aún más para quienes participan del sector.

La cultura en emergencia

Resta todavía implementar otras acciones que puedan fortalecer las bases que el sector requiere, sobre todo en el ámbito de las salidas laborales para los trabajadores de la cultura. Diario Expreso, este 7 de noviembre, publicó una nota en la que se manifiesta la precariedad que los graduados en artes experimentan. No todos logran ejercer su profesión en el campo y la docencia parece ser una de las pocas alternativas posibles. Además de los problemas estructurales ya mencionados, se suman la ausencia de estándares que puedan sostener el ejercicio del artista y la nula puesta en práctica de la Ley de Cultura en el ejercicio profesional. Esto afecta tanto a nivel público como privado y repercute en la calidad de vida de quienes producen bienes y servicios culturales y, por ende, representa un empeoramiento estructural del sector.

Por su lado, la Casa de la Cultura Ecuatoriana, dirigida por Fernando Cerón, es una institución que puede emprender acciones para contrarrestar esta realidad. La implementación de políticas públicas culturales, así como la articulación con la academia, son instrumentos que tienen el potencial de fortalecer un sector vulnerado por la crisis, la reducción presupuestaria y la inacción del Estado. La CCE insta a contemplar la cultura como una trinchera desde la que se puede fortalecer el tejido social y democratizar la cultura. Como indica el Manifiesto de la Casa de la Cultura Ecuatoriana: “En los últimos años, de forma gradual, el Ministerio de Finanzas ha reducido los presupuestos de la CCE y de las instituciones pertenecientes al SNC. En el caso de la primera el recorte ˗desde el 2017 hasta el 2021- asciende a 6.411.713; solo en el 2020 la disminución fue de USD 3.376.274”.

En el mismo sentido, este 10 de noviembre, el presidente de la CCE manifestó la necesidad de potenciar el presupuesto ante los miembros de la Comisión del Régimen Económico y Tributario y su Regulación y Control de la Asamblea Nacional del Ecuador para que este se incremente del 0.04 % asignado a 0.06 %, es decir, 20 millones del PGE. Cerón, a través de un Oficio expedido el 6 de noviembre a los asambleístas, asegura que las instituciones del Sistema Nacional de Cultura (SNC) atraviesan un violento recorte sistemático que afecta gravemente al sector. Sin embargo, reconoce que de poder conseguir el monto presupuestario de USD 20.333.400,03, solicitado para el año que viene, y no los USD 15.139.763,49 asignados, en unos diez años el aporte de las industrias creativas y culturales podría representar el 3 % del PIB.

Es necesario disminuir las brechas para que quienes se dedican al arte, la gestión y la mediación cultural puedan gozar del ejercicio sin experimentar la precarización latente del sector. Después de todo, el Estado es quien debería procurar que se aseguren los fines y derechos que la Ley Orgánica de Cultura recoge como garante de los trabajadores de la cultura.

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