Museos en el Ecuador: estado de situación

Por Ivette Celi

Testimonio

El 18 de mayo se celebra el día internacional de los museos, con esta ocasión y a puertas del cambio de gobierno, la redacción del Observatorio solicitó un testimonio sobre la situación actual de los museos a quien fue directora del Museo Nacional del Ecuador (MuNa) al momento de su reapertura hace exactamente tres años.

 

 

Según los datos de la UNESCO, durante la pandemia cerraron definitivamente más del 20% de museos en el mundo por falta de recursos, atención y políticas adecuadas para su sostenibilidad. El cierre de un museo implica la pérdida de una parte de la memoria material de un grupo social, la imposibilidad de difundir y educar sobre los temas del pasado, el desvanecimiento de las identidades y como consecuencia acarrea además la falta de empatía de quienes tienen el mandato de la protección, difusión y acrecentamiento de los patrimonios, es decir el Estado.

En Ecuador no existe una evaluación del impacto de la pandemia sobre nuestros museos, tema que por Ley le corresponde al Museo Nacional del Ecuador (MuNa) como cabeza de la Red Ecuatoriana de Museos. Hasta el 2019, según el Directorio Ecuatoriano de Museos desarrollado por esa entidad, nuestro país contaba con 175 museos abiertos al público ubicados en 22 de las 24 provincias. Muchos de ellos de gestión comunitaria, especialmente arqueológicos y una gran cantidad de museos de administración municipal.

Los museos que han mantenido sus servicios pese al contexto sanitario, también han debido atravesar condiciones adversas para imaginar la gestión a puerta cerrada y sostener la atención de sus audiencias. La falta de recursos, la imposibilidad de mantenimiento y proyección de agendas expositivas, el abandono por parte de autoridades y sobre todo el cierre prolongado por falta de protocolos y políticas de reactivación han sido determinantes en el estancamiento de la gestión museal en nuestro país, estancamiento que supera inclusive el tiempo de pandemia.

A la grave situación que enfrenta el sector cultural, se debe sumar el altísimo nivel de inestabilidad institucional. Los repositorios de la red pública atraviesan un grave y paulatino intercambio de autoridades, un aprovechamiento político y clientelar con nombramientos irrelevantes y poco o nada entendidos en materia y, en el caso del Museo Nacional del Ecuador, que el Día Internacional de los Museos de manera irrelevante cumple su tercer año de vida institucional, la pérdida total de autonomía.

Hace tres años, el MuNa abría sus puertas con la ilusión de convertirse en la cabeza de la Red Ecuatoriana de Museos, con una estructura institucional en crecimiento y una gestión autónoma; con un presupuesto justo y suficiente para cumplir con su función social como museo histórico y con una agenda programática que le permitía establecer relaciones con todos los museos de la red y con sus similares en la región y el mundo.

Marcó hitos importantes como la llegada de una parte de la serie de Vicente Albán en préstamo desde el Museo de América y los Mulatos de Esmeradas, que por primera vez llegó al Ecuador en el 2019 gracias al apoyo del Museo de América, el Museo del Prado, la OEI y el Programa Ibermuseos. Exposiciones como la de Araceli Gilbert, Sonoridades y Diver[]s permitieron la interacción con investigadores, arqueólogos, musicólogos, historiadores del arte, restauradores, curadores y una gran cantidad de actores culturales vinculados a las artes plásticas, escénicas, a la música y al patrimonio cultural.

La ilusión duro únicamente dos años, tiempo insuficiente para lograr una institucionalidad fortalecida. En la segunda mitad del 2019, de los 45 funcionarios técnicos que pertenecían al MuNa, más de 35 fueron hostigados hasta lograr sus renuncias o despedidos por el hecho de haber pertenecido a una administración que no era del gusto de la autoridad. La crítica fue que se intentaba crear un «museo poderoso», lo cual era cierto, pues siempre quisimos un museo que logre enfrentar los avatares de la política y que se posicione como un espacio de debate, investigación, encuentro y crítica. Para la nueva autoridad eso no era positivo, por el contrario, se había convertido en una amenaza. Aún así, para esa misma autoridad no resultó descabellada la idea de desmontar el MuNa y llevarlo a UNASUR para asumir un nuevo empoderamiento, esta vez privado. Lamentablemente, el daño ha sido irreversible y la pandemia terminó de sepultar al principal museo mestizo del país.

Todo cambio de gobierno es una ventana de oportunidad para encausar el rumbo de la gestión publica, al menos así hay que verlo e intentar involucrarse, aunque no se tenga interlocución. La reactivación de la gestión museal es urgente e inmediata, debe darse con la publicación de protocolos de apertura, que no limiten las posibilidades de acceso; con la definición de presupuestos básicos para el funcionamiento de agendas y para el mantenimiento de la infraestructura, pero sobre todo con la definición de equipos técnicos y especializados (no familiares, no políticos ni partidistas) en el campo museal, entendiendo la importancia de la gestión desde la dimensión profesional.

El Estado tiene la responsabilidad de velar por su patrimonio y su memoria, ese es el mandato constitucional y los museos son el medio más eficaz para aquello. Por tanto, debe realizarse de forma urgente una valoración del estado actual de las instituciones museales y sus reales necesidades, activar un plan de contingencia que permita disponer de recursos para la reapertura y la programación de agendas dinamizadoras del sector cultural en general. Para ello, es fundamental que el MuNa tenga la capacidad técnica óptima pues es la entidad que tiene bajo su liderazgo la creación de la Red de Museos. Tres cosas son vitales en este momento: Capacidad técnica, recursos básicos y voluntad política.

El Día Internacional de los Museos siempre ha sido una fiesta para el sector, sin embargo, esta vez no hay motivo para celebrar. Muchos trabajadores de museos se encuentran en el desempleo sin posibilidades de trabajo. Los guías y mediadores han debido volcar su acción a la mal comprendida virtualidad, con toda la complejidad que eso representa. Museógrafos, museólogos, investigadores, restauradores, curadores y demás personal que construye conocimiento desde el museo hoy se encuentra paralizado por falta de recursos y voluntad para la reactivación integral.

Se hace necesario reflexionar sobre la situación actual de nuestros museos y establecer propuestas programáticas enfocadas a su reactivación, pues estos espacios son los llamados a reconstruir el tejido social y a contribuir a superar las profundas heridas que ha dejado esta pandemia.