El golpe a la interna: cómo se ha vivido el anuncio de la fusión del Ministerio de Cultura y Patrimonio con el de Educación

Por Eduardo Varas

La tarde del pasado 24 de julio de 2025, la portavoz oficial de Carondelet anunció la fusión de ministerios y el despido de 5000 funcionarios públicos. Trabajadores del Ministerio de Cultura y Patrimonio recibieron ese ladrillazo en la cara con sorpresa.

La rueda de prensa dejó estupefacto a medio mundo. El día que Carolina Jaramillo, la portavoz oficial del gobierno, anunció desde el Palacio de Carondelet que Ecuador pasaría de 20 a 14 ministerios y que se despedirían a 5000 empleados públicos, fue una jornada más de trabajo para los empleados del Ministerio de Cultura y Patrimonio.

Era un jueves 24 de julio de 2025 y la ministra Romina Muñoz estaba en Guayaquil. Como eran las fiestas por la fundación de la ciudad, ella realizó algunas actividades lejos de su despacho en Quito. Por ejemplo, al mediodía, cuentas oficiales del Ministerio de Cultura y Patrimonio informaban que Muñoz había sido invitada a una actividad del proyecto Percusionando, promovido por las Damas de Solca y la Orquesta Sinfónica de Guayaquil. Bussiness as usual.

A casi las 18:00 de ese día llegó el golpe que agarró a varios trabajadores fuera del horario laboral.

“Romina no sabía que iba a pasar eso”, dice una fuente cercana a la ministra Muñoz. En el texto que ella hiciera público en su cuenta de Facebook, dos días después del anuncio, la Ministra escribió: “A todos nos ha tomado de sorpresa esta decisión que es parte de un contexto más amplio, pero bajo ningún concepto se está considerando suprimir las competencias y responsabilidades culturales del Estado”. Sí, ella se incluye en la sorpresa por el anuncio.

De acuerdo al artículo uno del decreto presidencial 60, firmado por el presidente Daniel Noboa Azín, la Secretaría General de Administración Pública y Gabinete de la Presidencia de la República deberá iniciar la fase de decisión estratégica para implementar reformas en la función ejecutiva. Lo que han dicho que es una reducción del tamaño del Estado para que sea más eficiente. En el decreto no hay una fecha máxima de hasta cuándo deberá hacerse efectiva esta reducción.

Más que desaparecer ministerios, estos se van a fusionar. Así, los ministerios de Cultura y Deportes, así como la Secretaría de Educación Superior (Senescyt), serán parte del Ministerio de Educación. Una cartera del Estado que, de acuerdo a información de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo, durante el primer semestre de 2025 solo ejecutó el 9,37% de su presupuesto.

“Retroceso” es el resultado de retroceder que, a su vez, es “volver hacia atrás”, según el diccionario. En términos absolutamente prácticos, que Cultura y Deportes vuelvan a estar bajo la tutela del Ministerio de Educación se debe entender como un retroceso: hasta 2007, cuando se crearon los dos ministerios, las rectorías públicas en estos dos ramos eran ejercidas por el de Educación. Sí, es un retroceso.

Casi un mes después del anuncio, solo se sabe es que este proceso tomará de tres a seis meses, de acuerdo a una intervención de Carolina Jaramillo del 11 de agosto.  Cuatro días después, el viernes el 15 de agosto, el presidente Daniel Noboa emitió decretos ejecutivos que formalizaron las fusiones: el ministerio que absorberá todo lo cultural se pasará a llamar Ministerio de Educación, Deporte y Cultura. Hasta el momento no hay claridad sobre la manera en que lo harán, solo que procesos, atribuciones y programas continuarán “operando con total normalidad y sin interrupciones”, como dice el comunicado oficial de la Presidencia.

En la cuarta disposición general del decreto presidencial número 100, en el que se habla de la fusión de Cultura, Deportes y Senescyt con Educación, se puede leer que “las partidas presupuestarias y todos los bienes muebles e inmuebles, activos y pasivos, que le correspondan al Ministerio de Cultura y Patrimonio (…) pasarán a formar parte del patrimonio institucional del Ministerio de Educación, Deporte y Cultura”.

Para el lunes 18 de agosto, las cuentas oficiales del Ministerio de Educación cambiaron su nombre a Ministerio de Educación, Deportes y Cultura. El martes 19 de agosto, en medio de su intervención en la Casa Abierta de la Universidad de las Artes, la ministra Romina Muñoz habló sobre la fusión y dijo que “es parte de una reestructuración mayor del Estado y que no se suprimen las competencias culturales ni ninguna de las instituciones que son parte del Ministerio de Cultura y Patrimonio hoy”.

En el interior, la incertidumbre

Una aclaración necesaria en este punto: todas las fuentes que han sido consultadas para esta nota han preferido no compartir nombres ni detalles sobre lo que hacen en el Ministerio, sobre todo porque nadie tiene idea de qué es lo que está pasando, ni lo que podría suceder con sus trabajos.

Muchos podrían asumir esto como miedo, quizás la palabra más precisa para describir la sensación sea “precaución”. Una sensación que ha adquirido mucha fuerza hoy, especialmente por los temas de la evaluación de los servidores públicos y el contenido de la Ley de Integridad Pública.

Luego del anuncio, pasó lo que iba a suceder: empezaron las conversaciones inmediatas y desesperadas por los chats grupales de WhatsApp entre compañeros de trabajo, con una sola pregunta: “¿Y ahora?”. “Nos enteramos como se enteraron el resto de ecuatorianos: por lo que anunciaron en los medios”, dice una persona que trabaja en el Ministerio de Cultura. “Fue un baldazo de agua fría”, dice alguien más, también empleado de esta cartera.

El trabajo en el Ministerio continúa como si estas fueran épocas normales y los procesos técnicos, programas, planes y actividades administrativas avanzaran de forma regular. Sin embargo, hay una conciencia de que quizás lo que está pasando en este punto es que están cerrando todo lo que más se pueda, de la manera más rápida posible. “Son mucho más intensas las jornadas, estamos apresurándonos porque no tenemos idea de lo que vaya a pasar”, comenta alguien.

Si afuera no queda claro qué es lo que va a suceder, adentro tampoco. Hay decenas de pedidos en redes sociales, de personas ligadas al sector cultural, exigiendo respuestas a la ministra Muñoz y algunos activistas han anunciado que enviaron oficios para pedir explicaciones de cómo se dará la fusión; pero lo cierto es que no se sabe nada. La preocupación y la incertidumbre al interior del Ministerio de Cultura —y de otros ministerios— es consecuencia de un proceso que nunca fue socializado antes al interior del gobierno y que no se entiende.

“Los jefes de área son los que han tratado de comunicarnos todo el tiempo lo que pasa, pero tampoco saben mucho”, dice otro funcionario. “Al final, lo que nos mueve a todos es la posibilidad de quedarnos sin trabajo”, sentencia. Una fuente asegura que las notificaciones de salida de personal —despidos, luego del anuncio— han sido pocas: “solo de seis a siete personas han sido notificadas”. De acuerdo a esa misma fuente, un número parecido de trabajadores ha salido por su propia cuenta porque les llegaron ofertas laborales nuevas en otros espacios.

Gente que trabaja dentro del Ministerio asegura que le han comunicado que “no quieren dejar a nadie afuera”, y que están buscando la manera para que la mayoría mantenga su trabajo, incluso luego de la fusión.

Hasta el jueves 14 de agosto, de acuerdo a gente consultada, la ministra Romina Muñoz no había hablado de forma presencial sobre la fusión con el personal del Ministerio. La única referencia por parte de Muñoz ha sido por escrito. El 26 de julio, ella envió un mensaje que se compartió por los chats de los funcionarios del ministerio a pedido de ella; en ese texto Muñoz hace referencia al plantón que centenares de actores del sector realizaron en las puertas del Ministerio de Cultura, el viernes 25 de julio. Muñoz escribe: “En un país democrático la gente se manifiesta y esto es sano”. Sin embargo, más adelante deja en claro su rechazo a algunas críticas recibidas, quizás las más virulentas: “Lo fácil son las decisiones viscerales, caer en la atracción mediática y presión de supuestos sabios influyentes, llenos de teorías sin sustento, que no pagan ni impuestos, ni administran su casa”.

“El mensaje que nos envió la ministra es del que más información hemos sacado”, dice una funcionaria del Ministerio. En un punto de su texto, Muñoz da detalles de la posición del Ejecutivo frente a la fusión: “Hay un compromiso con mantener todas las competencias de Cultura, sus servicios y autonomía. Si es así, esto es una oportunidad”. Más adelante afirma que el lunes 28 de julio iniciarían mesas de diálogo “donde recogeremos nuestras preocupaciones y abriremos el diálogo con el resto del sector”. No hay evidencias de que estas mesas hayan empezado todavía.

Una fuente afirma que hay tanto trabajo en este rato, que no sabría cómo se realizarían estas mesas con el sector. Por el momento, lo que está sucediendo se mueve por el terreno de las reubicaciones de puestos para cerrar procesos a tiempo y en rumores en los pasillos sobre la fusión: “Lo que más se escucha es que nos convertiremos en una Secretaría Técnica de Educación”, afirma alguien de Cultura.

Sin embargo, esto no será así. Días después de esa declaración, el viernes 22 de agosto, en una nota en diario El Universo, se publicó que Romina Muñoz continuará a la cabeza de la institucionalidad de Cultura a través de un viceministerio dentro de Educación. La certeza, de acuerdo a lo consultado para esta nota, es que ya para octubre próximo la fusión será un hecho.

Adentro, la mayor preocupación está en los funcionarios que tienen nombramiento. “Ellos sí están preocupados, porque ahora los pueden sacar con más facilidad y ya no tienen 30 años. El mercado laboral les queda restringido”, comenta alguien que trata de nadar dentro de la institucionalidad de Cultura, sin certeza sobre qué exactamente va a pasar.

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