Manifiestos provinciales. Pichincha – Lista 3 “Frente Unidad Cultural (FUC)”

Andros Colcha Quintanilla, Candidato a la Dirección de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Mora – Núcleo Pichincha.


Que la memoria, la voz y la acción se mantengan firmes frente a la precarización y el desmantelamiento de la institucionalidad. ¿Qué le queda al sector cultural en un país que prioriza la militarización, el extractivismo y la obediencia semicolonial? Nos queda lo más importante: la disputa por el sentido y las narrativas y, sobre todo, la reivindicación de nuestros derechos. Derechos que, al día de hoy, todavía siguen sin cumplirse, porque la deuda histórica que este país tiene con la cultura, al parecer, siempre puede esperar. Este sector —nuestro sector—, luego de varios gobiernos de tinte y práctica neoliberal, ha evidenciado paulatinamente disminución de recursos, falta de política pública, inestabilidad y, ahora mismo, recorte institucional; todo esto siempre a pretexto de optimización o eficiencia.

Sin embargo, lo más grave es el carácter no prioritario que para el Estado tiene el arte y la cultura. Quizá porque algunos nos quieren hacer creer que, en un país en el que falta tanto, los derechos son privilegios. Es lamentable que las políticas de Estado de diferentes gobiernos no se hayan inclinado por reiterar el acceso a la cultura como un pilar fundamental en el desarrollo social. Así, en la factura de la actual fusión ministerial se incluyen, desde algunos sectores y ciudadanía en general, gruesos calificativos en contra de las y los trabajadores de la cultura, pues no se ha logrado entender que el Ministerio y su labor no es un capital privado que solo les pertenece a los artistas, sino a todas y todos los ecuatorianos; y que el acceso a la cultura, desde la memoria, sus prácticas y propuestas, es un derecho, aunque ahora no lo parezca. La normativa parece estar hecha de cartón, pues se quiebra fácilmente, olvidando con esto que todos los derechos son importantes.

En este marco contextual, la Casa de la Cultura y sus Núcleos Provinciales no son la excepción de las mismas amenazas de precarización, de la falta de tejido desde la política pública cultural o el abandono que afecta al sector en general. Particularmente en Pichincha, el Núcleo más joven del país, el esfuerzo ha sido grande por darle una identidad institucional a sus servicios, sus programas y a su apuesta político-cultural. Desde 2021 hasta ahora, se han logrado cambios profundos en la gestión pública de esta institución: se ha conseguido la descentralización y democratización de servicios a partir de un catálogo y comités de selección, el levantamiento de datos y estadísticas para la toma de decisiones, la consolidación de un sistema de educación no formal sostenido por una metodología idónea, entre muchos otros logros en los que no se puede dejar de mencionar protocolos de seguridad para nuestros residentes y usuarios.

Y es desde cada una de las acciones sostenidas por el Núcleo Pichincha en nuestro primer período y ahora desde la apuesta a la reelección, que buscamos se dé respuesta a aquello con lo que empezó este escrito: ¿Qué le queda al sector cultural en un país que prioriza la militarización, el extractivismo y la obediencia semicolonial? En este contexto de hegemonía cultural, el sector artístico, la cultura y sus instituciones, aunque sean jóvenes o cuenten con presupuestos limitados, tienen un rol protagónico e indispensable. Por ejemplo, ahora que en nuestro país se secuestra, tortura, desaparece y asesina a niños, precisamente a manos de quienes deberían protegerlos, no puede seguirse privilegiando los eventos en lugar de la construcción de procesos culturales; no podemos seguirnos dejando distraer con las tarimas, esto con importantes y salvadas excepciones. Tal como lo menciona la tercera entrega del Termómetro Cultural, la mayor inversión pública en cultura es de los Gobiernos Autónomos Descentralizados, pero se centra principalmente en la producción y realización de eventos; entre enero de 2019 y agosto de 2022, se invirtieron 140,5 millones de dólares.

El sector cultural tiene el importante rol de disputar las narrativas frente a las hegemonías de ciertos grupos de poder y demandar el cumplimiento de todos los derechos. Es así que, frente a la idea de militarización, hipervigilancia e indulto como principales formas de protegernos de la violencia, se levantan proyectos como el AYA, que es una guía de mediación artística para las infancias; los cerca de 30 procesos formativos de cine comunitario realizados en toda la provincia, que han implicado un trabajo colectivo con diferentes comunidades; nuestro programa de residencias, que permite subvencionar a través de las infraestructuras a nuestro cargo la formación, experimentación y ocupación del tiempo libre de una diversidad de usuarios que luego generan encuentros con las parroquias y cantones más alejados. Por medio del Semillero de Educación No Formal en Artes, apostamos a romper ciclos de violencia formando nuevas generaciones con perspectivas renovadas, complementado con un protocolo de cuidado en nuestros espacios.

La apuesta ha sido decidida y frontal: todos nuestros servicios serán destinados a todos los cantones en igualdad de condiciones, la infraestructura se aprovechará al máximo desde convocatorias públicas y un equipo de mediadores que acompañen a nuestros residentes. Buscamos cumplir con toda la cadena de valor de los procesos artísticos. La educación es un principio de transformación. No apostamos a imponer agendas, sino a preguntar para accionar en colectivo. Debemos tejer alianzas interinstitucionales, pues solo la asociatividad y la cooperación nos sostendrán. El cuidado es un principio innegociable; el arte y la cultura necesitan de espacios libres de violencia. Y para poder cumplir todo esto, hemos conformado un equipo competente, altamente técnico y humano, que cumple con los requisitos de cada puesto y sí, desde convocatorias públicas. Para poder continuar hemos desarrollado esta gran estructura que nos permitirá apostar por fondos internacionales y fondos de inversión desde proyectos ya probados que tienen todo el potencial de crecer.

Desde lo mencionado, el FUC – Lista 3 plantea cuatro grandes líneas de acción para ampliar y fortalecer el camino recorrido:

a) Potenciar nuestros programas de producción y circulación, tales como la aplicación de la nueva metodología de Cine Comunitario y sus herramientas, el Ecosistema del Libro, en artes visuales las Residencias de Rasgos Emergentes, así como la ampliación de territorios con el Festival Liberi de Guaguas, el Encuentro de los Cantones – Terra, entre otros;

b) Plan de fortalecimiento institucional, desde la propuesta de que todas nuestras extensiones tengan un espacio físico y un modelo de sostenimiento de acuerdo a las necesidades de cada cantón. La repotenciación de nuestras infraestructuras, Teatro Prometeo y Pabellón de las Artes. La automatización de procesos y actualización formativa del personal;

c) Organización política y de alianzas, a través de la ampliación de las articulaciones con los GAD, la capacitación en relación a nuestro protocolo de cuidados a toda la provincia, el desarrollo de un tarifario y mapeo de organizaciones, y la construcción de proyectos para postular a fondos internacionales y de inversión;

d) Sostenibilidad de los procesos formativos, extendiendo el Programa de Gestión Cultural y Economía para la Cultura. Encuentros de educación formal y no formal desde nuestro Programa Trazos, y la ampliación de nuestras redes comunitarias.

Somos el Frente de Unidad Cultural —FUC—, una articulación de trabajadoras y trabajadores de la cultura, artistas, gestores y educadores que, desde la colaboración y la asociatividad, hemos decidido pronunciarnos y accionar frente al contexto cultural de Pichincha, la institucionalidad estatal, las condiciones laborales y la precarización que afecta a nuestro sector. Entendemos la necesidad de una construcción colectiva, crítica y transparente de nuevas posibilidades de organización y acción política desde la cultura. Apostamos por mejores condiciones materiales para el trabajo artístico y reforzamos nuestra práctica en el encuentro con la multiplicidad de actorías.

Tanya, Margarita, María Elena, José y Andros son compañer@s que asumen este reto con total idoneidad, pero sobre todo con la responsabilidad de la transparencia y el servicio.

Ahora te toca a ti, en tus manos está la posibilidad de decidir qué Núcleo Pichincha quieres construir, acompáñanos.