La trampa del equilibrio cultural. Disputas epistémicas y políticas en la gestión del sentido

Por Silo Colli, tomado de revista RGC

Introducción: Metáforas que gestionan el sentido

En las últimas dos décadas, el concepto de ecosistema cultural se ha consolidado como herramienta conceptual en políticas públicas, gestión institucional y análisis académico. Su utilización va desde diagnósticos territoriales hasta marcos de sostenibilidad y gobernanza cultural. Sin embargo, como advierte Horacio González:

“Toda metáfora institucional es también una estrategia de domesticación del sentido, una forma de poner en calma lo que debía temblar”[*1].

Este texto interroga los usos, efectos y silenciamientos que esta metáfora genera, tensionándola desde el pensamiento situado latinoamericano y la filosofía crítica.

Genealogía del concepto: de la ecología a la gestión simbólica

El término ecosistema tiene su origen en la biología, cuando Arthur Tansley lo introduce para describir “el conjunto funcional de organismos y factores abióticos en interacción”[*2]. La traslación al campo cultural ocurre en un contexto histórico específico: el auge del neoliberalismo verde y la necesidad de gerenciar lo simbólico.

Los ecosistemas están gobernados principalmente por eventos estocásticos (azar), tan lejano a las instancias de producción y regulación en el campo de la cultura

“La ecologización del discurso público convierte a la naturaleza en modelo de gobernanza. Lo social deviene ecosistema gestionable, más allá de su conflictividad constitutiva” (Escobar, 1999)[*3].

En el ámbito cultural, esta metáfora comienza a utilizarse para cartografiar redes de producción artística, circulación simbólica e infraestructura institucional. Su uso se formaliza en programas como el Monitor de Ecosistemas Culturales del SINCA [*4] o el Ecosistema Creativo de Aguascalientes impulsado por UNESCO[*5].

Efectos ideológicos: equilibrio, neutralidad y tecnificación

La metáfora del ecosistema traslada al campo cultural una serie de premisas naturalizadas:

  • Equilibrio autorregulado: Las relaciones culturales se conciben como interdependencias armónicas, lo que invisibiliza jerarquías, tensiones y disputas.
  • Neutralización del conflicto: La diversidad se enmarca como pluralidad funcional, borrando la dimensión agónica que atraviesa el campo simbólico.
  • Tecnificación del pensamiento: Lo artístico y lo sensible son convertidos en variables de rendimiento, medibles y generadora de insumos para la investigación y la gestión. La creatividad-producción se administra bajo indicadores. Información necesaria, en tanto no se trasladen a modelos de gestión tecnocráticas.

Silvia Rivera Cusicanqui advierte:

“Las metáforas hegemónicas nos hacen creer que nombrar es incluir, cuando en realidad están organizando jerarquías invisibles que gestionan la diferencia en clave colonial” (*6). (tal vez este concepto, no sea extensible a otros nombrares en este u otros campos)

En este sentido, la idea de ecosistema cultural opera como un dispositivo de despolitización, donde la gestión se presenta como técnica, aséptica y no político-ideológico.

Críticas desde la filosofía latinoamericana: temblor, disidencia y estar siendo

El pensamiento crítico latinoamericano ofrece claves para desmontar esta metáfora. Horacio González propone una estética del temblor, como agitación sensible que escapa a la regulación institucional:

“El arte no representa lo social, lo vuelve temblor desde el margen, vibración que desborda toda matriz institucional” [*7].

Rodolfo Kusch, por su parte, reivindica el pensamiento como estar siendo:

“La cultura americana no está en el saber sino en el estar. Y ese estar es vivencia contradictoria, telúrica, disonante” (Kusch, 1970)[*8].

Estas miradas señalan que lo artístico y lo cultural,  no se da como sistema armónico o pasivo-adaptativo, sino como acontecimiento situado, lleno de opacidad, afecto y resistencia. El pensamiento situado rechaza la lógica de equilibrio y abraza la tensión.

Gestión cultural y administración simbólica: ¿qué se gestiona cuando se gestiona?

El concepto de ecosistema permite construir diagnósticos útiles para la planificación, pero debe activar la dimensión crítica de la gestión cultural. En cursos como el de Gestión Cultural de Triple Impacto[*9], se promueve una mirada sostenibilista que tecnifica la cultura y la inscribe en los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), sin tensionar los dispositivos que producen sentido.

Néstor García Canclini señala:

“La cultura no es lo que se preserva sino lo que se transforma en la pugna por significar. Gestionar cultura es intervenir políticamente en esa pugna, no mediarla desde la “neutralidad técnica”[*10].

Desde esta perspectiva, la gestión cultural debe asumir su lugar como práctica conflictiva, situada y transformadora.

Alternativas conceptuales: sistema, constelación y campo

Frente a la metáfora de ecosistema, se propone pensar la cultura como sistema en sentido crítico: construcción histórica atravesada por exclusión, disputa y poder.

  • Sistema: Reconoce estructuras simbólicas, desigualdades institucionales y disputas por la visibilidad.
  • Constelación (Benjamin): Articulación de fragmentos en tensión, sin resolución armónica[*11].
  • Campo (Bourdieu): Espacio de lucha por capital simbólico, donde los actores compiten por legitimidad[*12].

Estas categorías permiten reimaginar la cultura como territorio conflictivo y vivo, lejos de la autorregulación ecológica.

Conclusión: temblar el sistema, no equilibrar el ecosistema

La gestión cultural no puede reproducir la lógica del equilibrio ecológico. La cultura no necesita armonía: necesita temblorinterrogacióninestabilidad creadora. Desmontar la metáfora del ecosistema permite repolitizar la práctica gestora, recuperando su capacidad de intervención crítica.

Como señala González:

“No hay buena gestión cultural sin temblor: sin esa vibración que impide toda institucionalización plena del sentido”[*13].

Bibliografía

[*1]: González, Horacio. La ética picaresca y la responsabilidad intelectual. Colihue, Buenos Aires, 2009.

[*2]: Tansley, Arthur. “The Use and Abuse of Vegetational Concepts and Terms.” Ecology, vol. 16, no. 3, 1935, pp. 284–307.

[*3]: Escobar, Arturo. El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: globalización y ecologismo desde la perspectiva de la antropología política. Universidad del Valle, 1999.

[*4]: SInCA. Monitor de Ecosistemas Culturales. Ministerio de Cultura de Argentina, 2022.

[*5]: UNESCO. Ecosistema Creativo de Aguascalientes. Ciudad de México, 2021.

[*6]: Rivera Cusicanqui, Silvia. Ch’ixinakax utxiwa: una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores. Tinta Limón, Buenos Aires, 2010.

[*7]: González, Horacio. Retórica y locura. La Biblioteca, Buenos Aires, 2008.

[*8]: Kusch, Rodolfo. El pensamiento indígena y popular en América. Ediciones del Hombre, Buenos Aires, 1970.

[*9]: Cultura Contemporánea. Gestión Cultural de Triple Impacto, curso online, 2023.

[*10]: García Canclini, Néstor. Culturas híbridas. Grijalbo, México, 1990.

[*11]: Benjamin, Walter. Tesis sobre la historia. En Discursos interrumpidos. Taurus, Madrid, 1973.

[*12]: Bourdieu, Pierre. Los usos sociales del arte. Anagrama, Barcelona, 1990.

[*13]: González, Horacio. El filósofo del desierto. Editorial UNGS, Buenos Aires, 2013.

Publicación original por Revista – RGC : https://rgcediciones.com.ar/la-trampa-del-equilibrio-cultural-disputas-epistemicas-y-politicas-en-la-gestion-del-sentido/?fbclid=IwQ0xDSwLsVLhleHRuA2FlbQIxMQABHl-j7Df3_ucBNRtu5NC4e0rfKw41cDp0Y_J8_STtpGDQOfs1XU9NAub8NLJt_aem_jFxIhwnuBijgvqUQw367jA