Resistir ante lo mainstream: un vistazo al sector musical ecuatoriano

Por Aarón Amaro Fuentes

El comportamiento de los eslabones de la cadena de valor de la industria creativa musical en contextos locales, globales, e inculso, glocales es una temática que ha sido abordada continuamente por los teóricos. Pero ¿se han establecido acciones concretas, obtenidas de dichas lecturas, para contribuir a las metas profesionales de los actores del sector? Si bien la situación de las artes y la cultura en Ecuador también responde a instancias y fenómenos multifactoriales, existen varias pistas que se podrían seguir para dilucidar mejor el panorama del sector musical y de sus trabajadores.

Hablar del campo de las artes musicales en Ecuador consiste en referirse a varios ecosistemas coexistentes, como el de la “música clásica”, la “popular” o la electróacústica, los cuales responden a sus propias particularidades. En este contexto, no cesan los intentos por  alinearse a las lógicas de la industria musical globalizada, rentable, masiva y, sobre todo, mainstream: aquella creada para el desarrollo del entretenimiento y la cultura de masas (Martel, 2011). Aunque se podría decir que estos géneros están posicionados en la industria musical regional, los compositores locales se encuentran con el desafío de insertarse en un terreno infértil, en donde sus propuestas, quizá con un bajo o mediano alcance, no les permiten alcanzar una solvencia económica.

A nivel global, la industria musical está permanentemente apostando por temas musicales que funcionen como “Hits”, bajo un modelo de canción estandarizado, como si se tratase de productos enlatados.

La música no se escucha, se consume

En agosto del 2023, se presentó un proyecto de titulación de la carrera de Artes Musicales y Sonoras de la Universidad de las Artes (de la misma autoría de este artículo) en donde se demostró teórica, artística y empíricamente la infuencia directa del mainstream musical en los hábitos de consumo musical de los estudiantes de la universidad. El trabajo consistió en la exploración conceptual de lo mainstream a partir de lo propuesto por Federico Martel, problematizando esta categoría en cuanto a la creación, el consumo y la producción de música, y un esbozo de análisis preliminar para el caso ecuatoriano. Por otro lado, de la mano con lo planteado por Jacques Attali, economista y músico francés, se estableció que la aparación de una nueva y predominante forma de hacer música profetiza un cambio en la estructura económica del lugar en donde dichos cambios estético-musicales se inscriben.

En segunda instancia, el trabajo involucró un levantamiento y sistematización de información sobre las preferencias musicales de estudiantes de la universidad para la creación de una instalación sonora donde la investigación teórica y empírica se vuelva tangible. De ahí que se determinó que los hábitos de consumo musical de los alumnos de la Universidad de las Artes, en su mayoría, no se alejan del mainstream musical global en la plataforma Spotify. Los géneros más escuchados fueron el pop y el reguetón, cuya estilística musical se caracteriza por un compás de 4/4, canciones con una duración 3 minutos y medio aproximadamente y letras donde el amor y la sexualidad son los ingredientes principales. Entre los temas musicales más populares que reveló el estudio se encuentran: “As It Was” de Harry Styles y “Ojitos Lindos” de Bad Bunny; dos de las canciones de pop y reguetón más escuchadas de 2022. Rítmicamente, los temas musicales están diseñados para permanecer en el córtex auditivo del cerebro, logrando que quienes los escuchen quieran volver a hacerlo una y otra vez.

Canciones más escuchadas globalmente Canciones más escuchadas por los estudiantes de la Universidad de las Artes
As It Was–Harry Styles Titi Me Preguntó–Bad Bunny
Heart Waves–Glass Animals Party–Bad Bunny
STAY–The Kid LAROI Efecto–Bad Bunny
Me Porto Bonito–Bad Bunny Me Porto Bonito–Bad Bunny

Fuente: Spotify Wrapped 2022

Elaborado por Aarón Fuentes

Por último, la parte creativa del proyecto se desarrolló a través de un proceso de lutería electrónica: una instalación sonora creada a partir de los resultados de la investigación en donde se resonorizó el timbre, la altura, la duración, el volumen y el espacio de las canciones, los géneros y los artistas más escuchados por los estudiantes de la Universidad de las Artes. Los elementos estilíticos presentes en la instalación fueron, en primera instancia, la reproducción cíclica de fragmentos de los temas musicales más populares, simbolizando lo abrumadoramente presente que está la música mainstream en los espacios públicos; efectos de deley reverb simulando ecos, aludiendo al retorno permanente de las mismas características musicales de los distintos temas más escuchados; y por último, la estandarización del pulso común para enfatizar esta sensación de homogeneización y así representar cómo la industria musical aplana las identidades a través de los hábitos de consumo musical de sus consumidores.

Fotografía por Aarón Amaro Fuentes-Sonidos de los MainstreamInstalación sonora
Fotografía por Aarón Amaro Fuentes       Sonidos de los Mainstream
Instalación sonora

¿Hacia dónde se mueve la industria musical?

Tomando en cuenta que la industria musical responde a un sistema masivo de compra y venta de productos culturales creados en serie: ¿cuál podría ser el contenido artístico musical que resulte de esta coyuntura? Una respuesta preliminar a esta interrogante podría ser: la banalización de las expresiones artísticas musicales.

Cierto es que la mayoría de géneros y expresiones musicales parten de un contexto social que determina las condiciones para su creación (reguetón en Puerto Rico, salsa en Cuba, bachata en República Dominicana, etc.). Sin embargo, habría que hacer un abordaje más profundo para pensar en la dimensión musical, artística y estética de temas musicales que pertenecen a determinados géneros que son compuestos desde una estrategia de marketing potente dirigida a una audiencia carente de identidad musical. Una de las pistas nos las da una lectura desde la arista económica. En ese sentido, el neoliberalismo cultural y cognitivo llegó para estandarizar identidades que no escuchan música quizá como acto reflexivo, catártico o recreativo, si no como consumidores de un producto prefabricado en serie. Inclusive, uno de los asistentes al proyecto de titulación antes mencionado, manifestó: “sentí la misma sensación de cuando agrego a mi playlist una canción que originalmente no me gusta, pero que al escucharla en todos lados termina gustándome  inevitablemente”.

Ante este fenómeno, la educación en artes musicales podría presentarse como una ruta de escape de la dinámica de mercado que reduce las sensibilidades. Porque si lo analizamos, no solo es necesario que los profesionales de la música conzocan el medio laboral en el que se insertan o incluso las asignaturas escolares que preparan a las futuras audiencias para una escucha más crítica de la música, si no que se requieren profesionales de la música que contribuyan a cambiar las reglas del juego para sus colegas.

A fin de cuentas, ¿qué medidas podemos tomar para transformar las condiciones del sector? Ya se han sugerido varias posibilidades: constitución de asociaciones o gremios que se movilicen efectivamente en pro de una mejor realidad para el sector (políticas culturales, infraestructuras, incentivos); una educación superior en artes musicales que se enfoque principalmente en los desafíos de un sector en jaque; y un repensar artístico que promueva formas más comunitarias de creación y consumo musical, en donde la compra y venta de un tipo específico de música sea una opción de un abanico amplio de manifestaciones musicales.

 

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