Por Thalíe Ponce.
Promover el ejercicio de derechos culturales de niños, niñas y adolescentes es uno de los principales objetivos de Escuelas de las Artes.
El proyecto, que se realiza gracias a un convenio que surge de una agenda de cooperación interinstitucional entre la UArtes y la Prefectura del Guayas, con el apoyo de otros gobiernos locales, consiste en generar procesos de formación en artes que fortalezcan las capacidades en zonas rurales de la provincia y fomenten la diversidad cultural. Lo hace a través de tres componentes: formación en artes y fortalecimiento organizativo, modelo de gestión de educación en artes, y activación y circulación artística.
Así, se han llevado a cabo procesos educativos en música, teatro, coro, danza afro, entre otras disciplinas, que han beneficiado a alrededor de 2000 niños, niñas y adolescentes, y 167 jóvenes y adultos, de los cantones de Nobol, Marcelino Maridueña, Daule, Milagro, Durán, Simón Bolívar, así como de diferentes localidades de Guayaquil.
En Daule, por ejemplo, se formó una banda de pop rock. En Guayaquil, se realizó una escuela de elaboración de objetos de madera con mujeres y colectivos LGBTI. Otros de los procesos incluyen la creación de una escuela de DJs, un grupo de teatro y un coro.
Además de las experiencias en territorio, los niños y niñas han tenido la oportunidad de aproximarse a las artes desde los espacios públicos y desde la misma universidad. En varias ocasiones, los participantes de los distintos cantones han visitado la UArtes, lo que se alinea con el objetivo de la universidad de abrir las puertas a la ciudadanía para que conozcan, se acerquen y hagan uso de la infraestructura.
La firma del convenio se realizó en 2022 y la ejecución arrancó en marzo de 2023. La propuesta, explica Icaza, viene de un proyecto previo, una primera exploración de trabajo colaborativo con la Prefectura, “en el que intervinimos algunos espacios públicos en algunos cantones y realizamos algunos talleres y procesos formativos”. Tras esa primera experiencia, midieron la importancia de trabajar en una posibilidad más ampliada y así nació Escuelas de las Artes.
Pero la iniciativa es también, a su vez, una indagación para plantear la creación de un sistema de educación en artes, de acuerdo con María José Icaza, directora de Vinculación con la Sociedad de la UArtes. “Ese es el sueño que tenemos en algún punto, como resultado de este proyecto”, asegura Icaza.
Y aunque los resultados tienen que ver principalmente con el impacto en la vida de las niñas, los niños, las familias y los gobiernos locales participantes, también hay otros aspectos relevantes. Por ejemplo, la generación de empleo para los graduados de la propia universidad.
A través del proyecto se han dado plazas de trabajo para exalumnos, como parte del equipo de instructores, la coordinación y el equipo de sistematización. “De alguna manera también buscamos poner en diálogo esas posibilidades o conocimientos de experiencias formativas en comunidad con los instructores e instructoras graduados de la UArtes”, explica Icaza.
Por su parte, Lorena Falconí, ex directora de Arte y Cultura de la Prefectura del Guayas, dice que este proyecto es importante porque permite el acceso a la educación en artes a una población que probablemente no hubiera podido acceder a ella de otra forma.
Falconí destaca además el rol de la UArtes: “la Universidad consiguió articular con los municipios de los cantones, realmente la Academia puede ser ese ente conciliador reclutador que logre que coincidamos”.
Otras posibilidades de vida
Una de las fortalezas del proyecto, según María José Icaza, es que otorga a los niños y niñas herramientas útiles para su vida. Es decir, aprenden y refuerzan destrezas más allá de los artístico, entre ellas, relaciones sobre el uso del tiempo, formas de expresarse, fortalecimiento del autoestima, resolución de tensiones, modos de relacionarse con sus pares y el fomento de valores. Es, también, una puerta abierta para el trabajo de educación inclusiva y para reconocer la diversidad.
Por otro lado, las Escuelas de las Artes se han constituido como una herramienta para la recuperación del tejido social. Los espacios de formación son también espacios de encuentro para los niños y niñas, y sus familias. Muchos de ellos no se conocían antes y ahora pueden dialogar, tejer redes y vínculos, mientras sus familias se aproximan, todo a partir del hecho educativo.
De esa forma, el impacto no solo se mide en lo aprendido, sino en cómo la educación permea en otros aspectos de sus vidas.
Muchos de estos niños y niñas —dice Icaza— nunca antes tuvieron acceso a la educación en artes, ni dentro ni fuera del sistema educativo. “Creo que esa es la magia de lo público. Nosotros hemos visto niños y niñas de distintas procedencias, de condiciones socioeconómicas diversas, todos en el mismo contexto, atendidos de la misma manera. Y eso hace que se pueda contribuir a que se reduzca, por ejemplo, la estigmatización por temas de clases de racismo”, añade.
Pero quizás el impacto más grande tiene que ver con el cambio de perspectiva, pues permite que los niños, niñas y adolescentes, así como sus familias, reconozcan para sí mismos otras posibilidades de vida. “Tenemos testimoniales de las familias que nos dicen justamente eso: que los niños sienten pertenencia en ese contexto, sienten que es un espacio para ellos, donde son tratados con respeto, atendidos con cuidado y donde ellos son lo más importante. Entonces creo que eso hace que ellos sientan una posibilidad de otra vida, vemos cómo todos los niños y las niñas, imaginan una vida posible a través de las artes”, dice Icaza.
Esto es particularmente importante en el contexto social actual, marcado por los altos índices de violencia e inseguridad en el país, en el que además una de las principales problemáticas tiene que ver con el reclutamiento de menores de edad a bandas delictivas y de crimen organizado.
Aunque no existe estadística oficial sobre este tema en Ecuador, hay otras cifras que dan pista de la problemática. En enero de este año, Unicef emitió una alerta sobre el incremento de muertes violentas a niños, niñas y adolescentes en Ecuador. De acuerdo con la organización, una de las causas de ese incremento es, justamente, el reclutamiento forzado de este sector de la población por parte de grupos de delincuencia organizada. Lo que estaría relacionado con el hecho de que la mayoría de estas muertes (59%), corresponden a adolescentes entre 13 y 18 años.
De acuerdo con el estudio Doble criminalización en cantones de “alta peligrosidad” en Ecuador: un análisis in situ, realizado por KAS Ecuador, muchos líderes barriales aseguran que en los cantones no hay presencia del estado. “sin escuelas, sin servicios básicos, alcantarillado, los jóvenes no encuentran trabajo formal y optan por la informalidad o ingresar a estos GDO”, señala el informe.
Por eso, iniciativas como esta son fundamentales. “Necesitamos crear más espacios seguros para los niños y niñas”, dice Lorena Falconí.
Aprendizajes y miradas a futuro
Pero la vida de los niños, niñas y adolescentes y sus familias no son las únicas que se transforman a raíz de proyectos como este. Las Escuelas de las Artes también han logrado que quienes participan en la organización y formación tengan un impacto gracias a ese trabajo.
Icaza dice que el trabajo en territorio permitió entender el contexto de otra forma. Uno de los aprendizajes tiene que ver con comprender la heterogeneidad que hay en los cantones de la provincia, cada uno con sus características particulares.
También se han encontrado con desafíos en el proceso, sobre todo relacionados a los temas de seguridad. Hubo territorios en los que el trabajo se tuvo que posponer o replantear; en otros casos, algunas personas migraron o se retiraron del programa por el complejo contexto social de sus entornos.
Otro de los vacíos detectados es que no existe data específica sobre acceso de niños, niñas y adolescentes a equipamientos culturales. Asimismo, se identificó la necesidad de que los GADs cuenten con infraestructura propia.
Todo esto, plantea desafíos y una búsqueda de posibles soluciones para garantizar la sostenibilidad del programa en el futuro. Pues aunque el convenio finaliza en noviembre de este 2024, la idea es encontrar formas de mantenerlo en el tiempo.
Según Falconí, el siguiente paso es que se evalúen y analicen los resultados en los informes técnicos, para así medir el impacto de forma cuantitativa y cualitativa. Por parte de la UArtes, Icaza explica que una de las maneras de garantizar la sostenibilidad es que los municipios locales asuman la continuidad a partir de esta experiencia. Para ello, se ha creado una propuesta de cómo se conforman las escuelas, un programa educativo, un modelo de trabajo y una serie de manuales.