Por Evelyn Gallegos.
Foto referencial: Pixabay.
Teatros, auditorios, espacios escénicos, museos, cines, galerías de arte y centro culturales, entre otros, son un pilar importante para el desarrollo de las industrias culturales en el Ecuador, por su condición como espacios de cohesión entre la creación artística y el público. Por un lado, estos equipamientos culturales generalmente se administran a través de fondos públicos, privados y autogestión, por lo que las fuentes de financiamiento condicionan el modelo gestión de los recursos humanos, financieros, de marketing, de comunicación, de relaciones institucionales, de materiales y servicios; así como de los objetivos estratégicos fijados desde una gestión cultural no mercantilista. Por otro, el valor simbólico de estos espacios es indiscutible, no solo desde una arquitectura asentada en un territorio, sino también por los procesos socio-culturales que se promueven alrededor de diferentes disciplinas artísticas.
Mariella García, directora del Museo Antropológico y Arte Contemporáneo (MAAC) explica que en los años noventa, el Banco Central del Ecuador era la institución encargada de la gestión pública en temas de cultura. En el caso del MAAC (ex Museo Antropológico), esa autonomía permitió que se desarrollen diferentes proyectos dirigidos a la comunidad donde la autogestión y las alianzas con empresas jugaron un rol importante, ya que con esos presupuestos se cubrían la gestión cultural, la creación y el mantenimiento. Actualmente el MAAC es un museo gestionado por el Ministerio de Cultura.
Según García, si bien la gratuidad y accesibilidad son aspectos positivos, la falta de recursos para mantener la infraestructura no permite generar acciones para prevenir la destrucción de los espacios por inundaciones u otros accidentes. “Sostener los espacios es costoso y el Estado debería mantenerlos junto con la participación de la ciudadanía, ya que la gente se empodera cuando aporta a las exposiciones que quieren ver”.
El último año el MAAC ha desarrollado diferentes actividades virtuales desde una plataforma creada por su equipo técnico, una idea que viene de finales del 2019 parte de nuevas estrategias que han permitido ampliar el público del museo a nivel nacional e internacional, según García. “En este y los próximos gobiernos se debe considerar que la cultura es básica, tan importante como la salud y la educación —dice— no todo es inversión en temas culturales, también son importantes otros aspectos que permiten desarrollar procesos”.
Por su lado, la Casa de la Cultura Ecuatoriana CCE es una institución que tiene una sede nacional y núcleos provinciales. Fidel Intriago, director de la CCE Núcleo Manabí, comenta que en la gestión desde su territorio todo pasa por la sede nacional, por lo que se ha perdido un poco de autonomía. En el Núcleo Manabí, la programación abarca todas las disciplinas de las artes y se trabaja en la articulación con otras instituciones culturales. Según Intriago, las alianzas se realizan en función de los colectivos, más no del Estado.
La adversidad actual de este espacio de exhibición es que no ha tenido una reactivación adecuada al no existir políticas culturales claras y generales junto con los protocolos de bioseguridad para teatros públicos. Para Intriago, a las puertas de las elecciones, algunos candidatos no tienen a la cultura en su discurso y se siente poco optimista. “En este punto se puede cuestionar: ¿qué es cultura para los candidatos y cómo la gestionarían?”, finaliza.
Por otro lado, muchos actores del sector independiente han gestionado los espacios de exhibición desde el empirismo y la experiencia. Juana Guarderas, directora del Patio de Comedias, dice que su trabajo en gestión partió desde tratar de entender cómo navegar la parte jurídica necesaria para el funcionamiento de su teatro. Guarderas inició la gestión del teatro en los años noventa. Desde entonces, ha sido activista del proceso de construcción de la una política de pago de impuestos municipales a favor de los espacios culturales de exhibición independientes. Guarderas agrega que que los tiempos complicados empezaron en 2016 a partir del terremoto de Manabí. Antes, el sector cultural podía sostenerse de una u otra manera, en especial el teatro, donde se agendaban funciones con un año de anticipación.
La programación del Teatro Patio de Comedias se crea alrededor de producciones propias y de otros colectivos o artistas profesionales. A la fecha ha desarrollado proyectos artísticos para un público joven principalmente, sin descuidar obras para adultos. Según Guarderas, el confinamiento y el cierre de espacios de exhibición llevaron al Patio de Comedias a una gestión de casa, desde una escritorio y con el apoyo de sus hijos. Frente a las próximas elecciones la directora del Patio de Comedias no tiene ninguna expectativa, por lo que hace un llamado a fortalecer procesos comunitarios y de construcción colectiva.
A finales del 2020, la Fundación Teatro Nacional Sucre afrontó una crisis que debilitó su continuidad. Según Fredy Moreno, director de la Fundación, este problema parte del significado de la cultura en el país: al no ser una prioridad, surge la escase de financiamiento público y los recortes. La Fundación se financia con fondos públicos municipales y privados con cierta autonomía que permite manejar patrocinios y a la vez crear una programación alineada a las políticas culturales existentes.
La disciplina artística principal son las artes musicales, pero las producciones escénicas especialmente de teatro y ópera también tienen destaque. Moreno comenta que el objetivo principal de la Fundación es apoyar para fortalecer la Ley de Cultura, a través del apoyo a aristas y gestores culturales, garantizando el derecho de libre acceso al público. En el 2020 la virtualidad apoyó a la ampliación de públicos de la Fundación, incrementando más del 12% de asistentes en relación al 2019. Para el presente año se pretende aumentar las cifras con una programación híbrida entre funciones presenciales y virtuales.
De cara a la segunda vuelta, Fredy Moreno comenta la importancia de que los candidatos cumplan con el clamor del sector cultural apoyando para que los artistas tengan fuentes de ingreso y participen de estrategias que compensen las pérdidas que la pandemia generó, puesto que los espacios de exhibición son los primeros en cerrar y los últimos en abrir. Además, piensa que tomar como punto de partida la revisión de las políticas culturales existentes, que incluya a la cultura como un derecho y no como una franja incrustada en los servicios sociales es crucial. “La cultura es parte fundamental de la vida social, por ello se deben generar estrategias a favor del sector para la creación de una verdadera industria cultural ecuatoriana”.
Así, un factor importante que vulnera la continuidad de las actividades culturales que promueven los espacios de exhibición es el financiamiento, ya sea público, privado o de autogestión. Sumado a ello, la inexistencia de políticas culturales que regulen o normen el funcionamiento de estos espacios culturales de cohesión entre artistas, gestores culturales y ciudadanía es un tema pendiente que no se puede eludir más. Si bien, estos espacios han generado estrategias para su sostenibilidad, la llegada de la pandemia afectó aún más a los diferentes modelos de gestión. Así, camino al 11 de abril del 2021, las expectativas de sus dirigentes son mínimas y en algunos casos nulas. En este punto es importante analizar la importancia de los espacios culturales de exhibición, tanto desde el patrimonio material, como rol en la sociedad y la educación.