Nació en Crucita, parroquia rural del cantón Portoviejo, y desde muy joven ha sido portadora de una herencia culinaria profundamente arraigada en la cultura manabita. Reconocida por su vínculo con la tradición gastronómica local, Marlene se ha convertido en una figura clave en la preservación del viche, plato emblemático que condensa siglos de historia, identidad y amor por la tierra. Su relación con la cocina comenzó en la infancia, observando a su madre y aprendiendo, desde los 12 años, a recrear con precisión los sabores, aromas y técnicas ancestrales de este tradicional manjar.

Para Marlene, cocinar es un acto ritual y profundo: alinea con cuidado sus utensilios de barro, se sumerge en ingredientes frescos y cocina al ritmo del saber heredado. Su compromiso con la cultura culinaria manabita la llevó a alzarse recientemente como ganadora del Festival del Viche, celebrado semanas atrás, reconocimiento que reafirma su papel como custodia viva de una tradición que continúa transmitiendo con orgullo a sus hijas y comunidad.